
Una pintora navegante de la naturaleza
El mar la ha inspirado, navegar la ha fortalecido. La fotografía es su puente hacia sus pinturas que evocan su hábitat en la Quebrada de los Cuervos y transportan a todo aquel que quiera sentir la naturaleza a través de sus ojos.
Por María Victoria Pereira Flores
Fotos: Eduardo Baldizán
En Uruguay viven muchos extranjeros que eligen estas tierras para radicarse. Una de las causas más frecuentes está relacionada con las características naturales de sus ecosistemas. Tal es el caso de Bénédicte Dupin, nacida en París e instalada hace doce años en la Quebrada de los Cuervos, Uruguay.
Mujer con carácter, compañera de navegación del famoso Christophe Auguin (también residente de la zona), único navegante que cruzó solo el mundo a vela tres veces. Ella cuenta que toda su vida navegó por el mundo sintiéndose una extranjera, pero cuando llegó a Uruguay, precisamente a las Sierras del Yerbal, sintió esas tierras como propias. Quedó fascinada con la riqueza de los suelos, el agua y los paisajes. Allí vive en compañía de los animales y las plantas, creando sus obras que luego vende en Europa.
La historia de Bénédicte es muy particular pero a ella le gusta hablar de su presente. El campo en el que vive lo adquirió con el fin exclusivo de detener a las empresas forestales de la zona adyacente a la Quebrada de los Cuervos, tan maravillosamente rica en paisaje y biodiversidad como la propia área protegida. Durante muchos años focalizó su lucha contra las empresas mineras de la zona (que curiosamente están muy cerca) y con vecinos de la zona formaron una asociación: la Sociedad de Fomento Rural de la Quebrada de los Cuervos.
Sus obras son expuestas no solo en museos nacionales sino también en Europa y buscan transmitir la armonía con la naturaleza. Otra de sus pasiones es la navegación. Bénédicte recorrió los mares del sur en las condiciones más extremas y durante muchos meses. Con el tiempo, creció su interés por el cuidado de la tierra, el poder sagrado de la naturaleza y las poblaciones indígenas.
Ahora se dedica a la actividad ganadera con la idea de que se convierta en sustento económico, también como forma de facilitar el crecimiento del ecosistema.
En ella se fusiona su formación artística como fotógrafa, cineasta, pintora y acuarelista con su actual modo de vida inmerso en el área protegida y una visión enfocada en las culturas originarias del sur. Pero también su experiencia como navegante y sus ideales ecologistas forman parte de su identidad. Todo esto se ve reflejado en la particularidad de sus obras, realizadas con materiales naturales, no sintéticos, como fibras vegetales, plumas, sulfato de cobre.
Como expresó el curador Pablo Thiaglo Rocca en ocasión de una exposición realizada por Dupin en el Museo de Arte precolombino e Indígena (Mapi): “Sus piezas describen con sutil y abierto lirismo los reflejos del arroyo, las transparencias vegetales, la bruma de la mañana o el movimiento de unas hojas. Las piedras informes, las cortezas de los árboles, las sombras del follaje, la superficie inquieta de las aguas, adquieren en el trazo de Dupin el carácter de una presencia. La artista nos transforma en testigos y partícipes de un despertar silencioso, bello y terrible, que despunta con el alma de las cosas y los seres que su mirada toca”.
Descubrí sus obras en benedictedupin.com
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