
Un desafío de la conservación
La Fundación Lagunas Costeras nació con un propósito claro: proteger las lagunas costeras uruguayas, lo que le da el nombre a la organización, siendo la innovación y la creatividad, claves a la hora de liderar acciones de protección.
Por María Victoria Pereira Flores.
Hace aproximadamente veinte años, la Fundación Lagunas Costeras comenzó sus primeras acciones a través de un grupo de personas vinculadas con la Laguna de Rocha. Se trataba de un grupo heterogéneo compuesto por técnicos, científicos, pescadores artesanales, productores, moradores y visitantes, que con el tiempo (2009) formalmente tomó la figura jurídica de “fundación” y amplió sus horizontes a otras lagunas del Uruguay, básicamente costeras (José Ignacio, Garzón y Castillos) o ex costeras, a consecuencia de obras humanas -Merín-.
Es precisamente esta Fundación -única en Uruguay- que conlleva ese formato jurídico con foco exclusivamente en temas de conservación, liderando una serie de actividades en un territorio por demás maravilloso -como complejo- como lo es la Laguna Garzón. Ésta es un área protegida que integra el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP) de Uruguay desde el año 2014, se encuentra a menos de 8 kilómetros de distancia del famoso Balneario internacional José Ignacio.
Precisamente en esa pequeña península del Atlántico Sur del “paisito” (como nos gusta autodenominar los uruguayos a Uruguay), hace muchos años atrás se constituyó un pequeño pueblo pesquero llamado José Ignacio, con un faro emblemático que ilumina sus noches para avisar a los buques sobre sus rocosas ondulaciones. Con los años, fue convirtiéndose en un lugar de encuentro para personas de diversas partes del mundo, con un toque entre exclusivo y discreto, que durante su estadía mezcla el glamour con la simpleza del pueblo.
José Ignacio está ensamblado entre dos lagunas costeras (Lagunas de José Ignacio y Garzón), focos de atracción para diversas especies no humanas que las visitan año a año, algunas incluso se quedan para siempre, conviviendo dentro de una riqueza ecosistémica tan compleja como maravillosa. Por ello, celebridades, visitantes adinerados, artistas, empresarios, llegan como otros animales peregrinos en los primeros días de cada año al territorio, repleto de oferta gastronómica y de eventos exclusivos.
La Laguna Garzón es un verdadero desafío de conservación. Por ello, para su protección, no están ajenos el arte ni la creatividad a la hora de instrumentar mecanismos de gestión y sensibilización. Año tras año, por ejemplo, la Fundación conforma el ciclo de charlas “Despierta”, con exhibición de un documental. Aún hay muchísimas cosas por hacer; algunas acciones son tan complicadísimas y difíciles, como necesarias y posibles, si lo que se desea es que el territorio protegido sea sustentable y conforme el SNAP, en la práctica tanto como en la teoría. Es un ecosistema altamente vulnerable a la acción humana, y a la vez un hábitat especialmente propicio para aves, peces y mamíferos, siendo zona de cría y alimentación de especies residentes y migratorias protegidas. Asimismo, alberga especies endémicas y una elevada riqueza de vegetación de bañado y monte.
La particularidad de la Laguna Garzón es justamente el ser costera, y lo que eso significa a la hora del intercambio de aguas dulces y saladas, demostrando tangiblemente la interrelación absoluta entre el sistema terrestre y el marino a través de la barra arenosa costera, que algunas épocas del año se abre, generando una comunicación fluida. Su área marina costera (dos tercios del territorio protegido es marino) es concurrida por cetáceos varios (tales como la ballena franca austral) y tortugas marinas, además de una enormidad de peces.
Uno de los temas cruciales y que se ha puesto al hombro la Fundación Lagunas Costeras es la necesidad de trabajar con los propietarios de tierras dentro del área protegida, pues a diferencia de la mayoría de países del mundo, en Uruguay la titularidad de la tierra protegida es mayormente privada, sin que hubiera sido el espíritu del propietario lo que generó su inclusión al SNAP. Ante ese panorama, la Fundación se ha ido transformando en un gran interlocutor entre los privados, la población civil y el Estado, tratando de abocarse hacia una sensibilización, y la promoción de usos de los bienes naturales que permitan a los particulares generar ingresos de la mano de la conservación.
Es clave y fundamental que dentro del territorio protegido nos focalicemos en ir hacia desarrollos sustentables, ya que en la práctica ninguna política podrá sostenerse en el tiempo si la premisa económica no se tiene presente. Por ello, todo lo que englobe el turismo de naturaleza debe de promocionarse y encauzarse, máxime con la cercanía a José Ignacio, un sitio turístico ya posicionado mundialmente. Por ello la Fundación trabaja cada vez más con la Liga de Fomento de José Ignacio, quien se ha transformado en uno de sus principales aliados a la hora de conservar el área protegida de la Laguna Garzón, por su toma de conciencia del rico patrimonio natural y cultural que se encuentra a sus alrededores, y que es necesario proteger para salvaguardar la esencia del territorio.
Una de las principales presiones negativas del sitio es el crecimiento turístico sin estrategia ni planificación, que va de la mano de las inversiones (y muchas veces especulaciones) inmobiliarias, en un sitio donde el metro cuadrado es de los más costosos de Sudamérica.
Los invitamos a impregnarse de la Laguna Garzón, a tomar conciencia de que su riqueza la conforma su esencia, por lo que cuidarla y conservarla es un deber no solo de los uruguayos sino de cada visitante (turista, o viajero), a fin de que las generaciones futuras puedan gozarla por igual.
Para mayor información sobre acciones y programas dela Fundación Lagunas Costeras: www.lagunascosteras.org.uy
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