
“Los defazio-foglia”: un sueño olímpico, un equipo-matrimonio en el mar
Pablo Defazio y Mariana Foglia son atletas olímpicos que comparten una misma pasión: navegar. Pero además, los une una historia de amor y una familia que construyen todos los días. Una charla con un equipo que se deja llevar por el viento y el mar.
Por María Victoria Pereira Flores
Fotos: Gentileza “Juegos Olímpicos 2016”
¿Cómo empezaron en el mundo de las velas?
M: Navegamos desde los 9 años. Nuestra historia como equipo es variada, no es convencional. En primer lugar, es una historia de amor, porque primero fuimos novios a los quince durante cuatro años y ambos navegábamos, pero por separado. Luego nos separamos, pero seguimos con el snipe y competíamos entre nosotros. Acá las regatas siempre son las mismas y se viaja juntos en las internacionales. En el 2007 volvimos a ser pareja, pero cada uno siguió navegando individualmente.
¿Cómo fue la llegada de la maternidad y las competencias náuticas?
M: En el 2008 quedé embarazada y con cinco meses me fui a un mundial femenino con mi hermana Pandy: quedamos quintas. Nuestra hija Paula nació en el 2009 y allí primero pensé que mi carrera náutica culminaba (con 27 años), y que seguiría haciendo deporte pero no de forma competitiva. La maternidad me inundó de una forma profunda y ocupó mucho de mí como mujer, como madre, pero siempre tuve sueños y sentí que me faltaba algo, y ahí fue cuando me di cuenta de que el deporte y la competencia formaban parte de mí. Por el 2011, Pablo me propuso navegar juntos en snipe. Así fue como volví al mar en el campeonato del Hemisferio y en el Sudamericano del 2013.
¿Cómo son sus roles arriba del barco?
P: Son distintos y es difícil separar el vínculo marido-mujer, hay que sacarlo a conciencia, no sale de forma natural.
M: Me imagino que cada uno es como dos plastilinas que le dimos forma al vínculo marido-mujer, pues para ser equipo tenemos que ser más plásticos y con esa plasticidad adecuarnos a nuevos roles más definidos dentro del equipo, y a su vez generar nuevos puentes del vínculo “equipo en modo competencia” conviviendo en “equipo en modo matrimonio”, y establecer cuál prima en qué sitio.
P: Por lo general a la vuelta de las competencias -que suelen ser lejos de tierra- cada uno vuelve en silencio y en ese tiempo cada uno procesa para dentro. Al llegar a puerto lavamos el barco y allí de forma implícita hay un entendimiento de que ambos hicimos el proceso y bajamos a puerto como marido y mujer “comunes”.
¿Qué papel desempeña el mar en sus vidas?
P: Me desconecta de la tierra el navegar. No puedo estar por mucho tiempo sin competir, necesito ese desafío y sus objetivos. Me encanta el viento y el mar, aunque les tengo mucho respeto. Me lastima que la gente tire residuos al mar. Nosotros tenemos muchos cuidados al respecto, especialmente con los plásticos.
Mariana, sos licenciada en Biología y profundizaste en el estudio del mar…
M: Sí, incluso hice una maestría en la temática ambiental enfocada en el estudio de la franciscana (un tipo de delfín), basado en la contaminación con mercurio y cadmio en nuestras costas, desde Kiyú hasta el Chuy. Tenía contacto directo con los pescadores artesanales pues eran quienes nos avisaban cuando aparecían los cadáveres de los delfines. Lo ambiental siempre me interesó. En el 2004 viajé en el Capitán Miranda y el asunto de la basura era un gran tema. Con Javier Sánchez, un compañero de la Facultad de Ciencias, y la participación de la tripulación, pensamos y ejecutamos la clasificación de la basura dentro del buque. También trabajé en la Dinara –la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos- en la División Pesca Artesanal, donde existe una comunión muy grande entre lo científico y lo humano.
¿Hay mucho residuo en el agua?
M: Puntualmente el río es un capítulo aparte en cualquier lugar donde se navega. En los lugares donde hemos visto más basura es en la Bahía de Guanabara, en Río de Janeiro, porque hay un montón de ríos que desembocan en los morros y cuando llueve arrastran toda la mugre que uno se pueda imaginar, tanto por lo desagradable como por lo peligroso. Se observan televisores, heladeras, sillas de escritorio flotando.
¿Cómo es la relación entre competencias, velas y vuestra hija?
P: No queríamos bombardearla todo el tiempo con el tema de los Juegos Olímpicos, sobre todo los meses más cercanos que fueron intensos. Creíamos que en casa debíamos hablar lo justo y necesario, contarle a Paula cómo nos sentíamos y lo que estábamos por hacer, que ella supiera nuestro calendario de viajes, pero no queríamos que todas las cosas pasaran por el tema de los Juegos. Paula estaba orgullosa de que fuéramos, al mismo tiempo tímida cuando le preguntaban acerca de nosotros. Por eso, intentamos conservar nuestro ambiente íntimo de familia, si se quiere «intocable», para preservar los vínculos como padres e hijos.
M: Lo que queríamos intentar mostrarle era que más allá de los Juegos Olímpicos existía vida, que el tronco de la vida está lleno de sueños, pero soñar con los Juegos no era lo único.
¿Qué significa navegar?
M: Veo a la vela con una gran armonía con el mar y el viento. Tiene mucho de arte, exige una comunión cercana porque el barco es muy sensible, es como cabalgar. Este deporte tiene cosas muy particulares, el viento se mueve y puede variar continuamente, y nosotros podemos leer eso en el agua y estudiarlo incluso dentro de un área de regatas que es chica en tiempo. Se necesita una gran vocación y un feeling con la ola, el mar y las corrientes.
¿Qué pueden decir de la experiencia de las Olimpíadas?
P: El proceso anterior es muy importante más allá de clasificar, nuestro mayor aprendizaje estuvo en el viaje previo. Es necesario tener varios y distintos tipos de objetivos e ir disfrutándolos a cada uno de ellos. Nuestro gran logro fue clasificar y tras la clasificación todo fue disfrutable. El objetivo de sacar medalla no era real por la situación y las circunstancias, por eso no tuvimos presión en los Juegos Olímpicos.
¿Algunos sueños a futuro que quieran compartir?
P: Estamos pensando qué hacer en relación a los juegos de Tokio, hay una idea pero sabemos que tendríamos que empezar ya mismo y, frente a ello, ser previsores. Por eso incorporamos a otra chica al equipo -Dominique Knuppel-, por si en nuestros proyectos familiares, que están absolutamente interrelacionados, hay nuevos rumbos.
M: Mi mayor desafío es cómo hacer para continuar con mi deseo de mujer y también mi deseo de madre y que eso no me desestabilice. Ser madre y ser atleta forman parte de mí y pueden convivir a sus debidos tiempos, pues creo que como mujer se puede realizar todo lo que una se proponga. Por eso le dimos la vuelta con Pablo y llegamos a la conclusión de que aspirar a clasificar para Tokio es un objetivo al que aspiramos llegar. Lo que se vive en el proceso olímpico es algo que queremos repetir, representar a nuestro país, crecer como personas y mejorar como atletas. En octubre de este año se realizarán los Juegos Olímpicos Juveniles en Buenos Aires y nos pareció una buena oportunidad para formar a chicos que tengan ganas de participar.
Seguí de cerca el entrenamiento y las competencias de este equipo en YouTube.com ingresando Defazio/Foglia Nacra 17.
Como las campañas olímpicas son muy costosas, muchos colaboraron para financiar al equipo “Defazio-Foglia”. Para hacer frente al presupuesto, ellos mismos lanzaron una plataforma de financiamiento colectivo social. También idearon e hicieron bolsos que pusieron a la venta con partes de velas rotas y en desuso.
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