
Lanas Trinidad
Por Ma. Victoria Pereira Flores
Nos recibió Marcelo Capeci, Manufacturing Manager de Lanas Trinidad (LT), quien el pasado 31 de diciembre cumplió 30 años trabajando en dicha empresa, y justamente empezó en la misma con temas ambientales.
LT pertenece a la familia Otegui, que lleva más de cien años de experiencia lanera en el país (en 1916 dio los primeros pasos), y que desde 1961 comenzó en Trinidad con el lavado, para en 1983 con la peinadura.
Marcelo nos cuenta que en la actualidad la industria textil tiene que estar cerca de los mercados donde se consume la producción, y eso generó que poco a poco fueran cerrando diferentes empresas del ramo en Uruguay, quedando en el país solamente la primer etapa del “producto final”, que es la del lavado y peinado de lana.
LT se dedica básicamente a la exportación (99,8 % se va del país), por lo que es una industria exportadora casi que cien por ciento (mitad va a China mitad va a Europa). Fueron detectando que los clientes cada vez estaban más preocupados no solo por la calidad del producto que uno le podía entregar, sino por todo el entorno del mismo (entorno, energías, fuente del agua, tratamiento del agua, si a los trabajadores se les paga adecuadamente o no, etc.), eso se debió sobre todo porque la industria textil a nivel mundial viene de experiencias bastante malas; en algunos lugares de África y Asia solo por plato de comida la gente trabaja dieciséis horas sin ningún tipo de cobertura legal.
Al descubrir eso, además que como política de empresa les gusta ir pasos adelante, haciendo lo correcto, porque han deseado siempre ser líderes (jugar en el campeonato mundial del mercado de lanas), fueron desarrollando una política que comenzó con el tratamiento de los efluentes.
Vale aclarar que esta industria consume mucha cantidad de agua, y esa agua se usa para lavar la lana, pues no hay manera de no hacerlo. El desafió consiste en cómo y dónde va a parar esa agua tras el lavado, si se lo hiciera directamente a un rio, con la magnitud de proceso de LT, generaría un impacto descomunal equivalente a una población de 50.000 habitantes.
Frente a ello, partieron de la idea de buscar una fuente de agua renovable, hicieron una represa en lo de un productor rural cercano, realizándose un contrato por el uso del agua, y una cañería para unirlo con la planta (hay una distancia de siete kilómetros), para de tal manera asegurarse agua confiable de agua de lluvia (pues la premisa era no usar fuentes subterráneas); debería de haber una seca de cuatro años sin llover una gota para que se quedaran sin agua.
Esa agua tras el lavado de la lana queda con carga exclusivamente orgánica, pues se usan solo detergentes biodegradables (requisito de los consumidores) con agua caliente, para sacar toda la suciedad de la lana.
Ante tal circunstancias, vieron qué cosas podían aprovechar, incluso pensando que para ellos no les servían determinados insumos pero que sí podían serlo para otras industrias, aplicando conceptos de economía circular.
Digamos que el principal contaminante que tiene el efluente del lavado de lana es la grasa de lana: la lanolina, la cual se puede extraer, y sirve como materia prima para las industrias farmacéutica y cosmética. Y como todo el contaminante no se puede recuperar, el remanente va a un sistema de tratamiento de efluentes -lagunas aerobias y anaerobias-, donde las bacterias degradan todo ese tipo de componentes en gas metano y dióxido de carbono, para al final quede un efluente que se puede verter, y que desde LT se utiliza para riego, regando 65 hectáreas de árboles propios forestados, que se cortan cada 5 años y medio (el promedio en el país son ocho años) y se utilizan como leña para la caldera que alimenta de agua caliente; aunque deben de comprar más leña porque solo esa no alcanza.
Capeci, enfatiza diciendo que es necesario buscar el equilibrio para que la ecuación sea económica.
En referencia al bienestar animal de las ovejas nos comenta que en los organismos relacionados con la lana, como por ejemplo la sociedad de criadores de distintos tipos de ovjea, existen respectivos protocolos de bienestar animal, hacia buenas practicas. Pero nos comenta que en general, Uruguay es considerado como el hotel cinco estrellas para las ovejas de Europa (pensemos por ej. en la Patagonia o Australia que no tienen abrigo natural, ni tantas pasturas, ni lluvias suficientes), en Uruguay las pasturas y los refugios son naturales.
LT, además, trabaja ciertas lanas que son especialmente certificadas, denominadas “lanas orgánicas”, con grifas específicas, y que tiene un protocolo propio. Ya dependerá del cliente cual pie, pero estas son de mayor calidad, se pagan más, y se valoran también un poco más. Además de que en Uruguay, en comparación por ej. con Australia, no se hacen practicas invasivas por carecer del problema, como suele ser el corte de las arruga para evitar que la mosca anide en determinada parte de la oveja; esa práctica para determinados clientes luce muy cruel.
En relación a la fuente energética, como las bacterias al degradar el efluente producen gas metano, este se recupera, en una laguna del tamaño de una cancha de futbol que lo capta. Esta captación de gas metano la realizan desde el 2014, habiendo sido los primeros en Uruguay y ante ello les dieron un premio nacional incluso. Con dicha energía se permiten cubrir entre el 25 y el 30 % de las energías que necesitan en total; además de que reducen los efectos de gas invernadero al transformar metano en dióxido de carbono.
Sé parte del cambio Apóyanos!