
La magia de la sustentabilidad “toca” en Purmamarca
En el noroeste argentino, una vez al año antes de comenzar la primavera, se reúnen muchas personas de distintos orígenes, ámbitos, oficios y profesiones con un denominador común: buscan con sus acciones generar un mundo mejor, pues se identifican como agentes de cambio.
Por María Victoria Pereira Flores, directora de Ecomanía, Uruguay.
Fotos: Mónica Miranda y Patricio Gianella
Nadie los invitó en particular, sino que sintieron la necesidad de ir. No se trata de ninguna filosofía “new age”, son individuos que creen en el paradigma de la sustentabilidad y saben que para lograrlo es preciso potenciarse e inspirarse. Emprendedores, empresarios, banqueros, políticos: los participantes son diversos.
El desarrollo del encuentro es absolutamente libre, sin agenda, espontáneo. A la mañana todos se reúnen en la plaza del pueblo. El entorno es muy colorido, hay una pequeña capilla junto a un algarrobo añejo y un mercado local donde los lugareños venden tejidos y artesanías. Las personas llegan y empiezan a hablar con el que tienen al lado. Luego, algunos sugieren temas de discusión y otros con total libertad deciden seguir los contenidos propuestos. No hay líderes impuestos. Si el tiempo está lindo, se camina hacia el pie de alguna montaña donde comienzan las charlas hasta que el frío, el hambre o el viento lo permitan.
No es un encuentro cuya temática final sea la espiritual, pero si bien la sustentabilidad tiene tres grandes bases, la económica, ambiental y social-, cada vez se vislumbra más que la espiritualidad también necesita ser integrada. Es que en estas épocas el gran problema del individuo es el vacío existencial y como ninguna economía está alejada del individuo, ni ninguna empresa no tiene detrás a personas trabajando, es imposible separarlo.
La mayoría no sabe quién es el otro, el poder, la influencia o el cargo que desempeña. Allí cada uno es una pequeña parte del todo y cada parte es esencial para que el encuentro sea maravilloso. Por lo tanto, dejar el ego a un costado y aprender a escuchar es lo mejor que puede suceder. Las charlas acontecen bajo el Cerro de los Siete Colores, un paisaje realmente maravilloso y con una energía especial. La altura hace que uno ande más lento y eso también permite mayor conexión y relación con los otros, uno mismo y el entorno.
Estar allí es una hermosa experiencia. Aunque se sea un gran empresario y a fin de año las utilidades sean descomunales, si no se introduce la sustentabilidad dentro de la empresa y se la transforma en estrategia, la empresa estará destinada al fracaso a mediano o largo plazo. Sin sustentabilidad ningún sistema económico puede perdurar.
El sitio está repleto de mensajes para recibir, inspirarse y reinventarse al regreso a la vorágine de la rutina y el mundo en el que vivimos inmersos.
La economía está en constante movimiento y la solidaridad es necesaria para la supervivencia. Movimientos como este se acompañan de nuevos sistemas en crecimiento, como Sistema B y las empresas de triple impacto. Y al mismo tiempo, hay todo un grupo de personas que saben que este cambio de paradigma es real; personas que ocupan cargos relevantes, que tienen poder e influencia, así como otras que lo que tienen es una gran pasión y dedicación por lo que hacen y son influyentes en sus entornos. Efectivamente, algo mágico sucede en Purmamarca.
El último día casi doscientas personas celebramos en la casa de Jorge Gronda, ginecólogo jujeño que propulsó una transformación del sistema de salud del norte argentino inspirado por una mujer indígena llamada Rosario. Este año, al despedirnos, nos dimos un fuerte abrazo sintiendo y acobijando muy especialmente a un grupo de venezolanos.
Tras Purmamarca, todos nos convertimos en embajadores de la sustentabilidad en nuestros lugares. La sustentabilidad nos atraviesa hasta los huesos. Es imposible darle la espalda a este nuevo paradigma y no verlo como el mejor camino para progresar y así todos alcanzar una mejor calidad de vida y un mundo más justo y equitativo.
Sé parte del cambio Apóyanos!