La educación Inclusiva: una oportunidad, también un derecho

Por Andrés Cikato.

 

Según la UNESCO, la inclusión es una oportunidad para enriquecer a la sociedad a través de la participación activa en la vida familiar, educativa, laboral y social. En el ámbito de la educación, la inclusión y su paradigma, la educación inclusiva, busca atender las necesidades de aprendizaje de todos los niños, niñas y adolescentes con especial énfasis en aquellos y aquellas que son vulnerables a la marginalidad y la exclusión social.

 

La inclusión es una oportunidad para la sociedad en su conjunto; una chance, una posibilidad para transformar, para construir realidades y derribar mitos. Es igualmente un derecho para aquellas personas en situación de vulnerabilidad: ello supone la inquebrantable búsqueda de igualdad de oportunidades y equidad, justicia y dignidad. 

El camino hacia una genuina inclusión en la educación debe incorporar transformaciones sustanciales a nivel individual, asumiendo como raíz un cambio interno, personalísimo, de descubrimiento, que conlleve percibirla como una ocasión para “cambiar la camiseta”, para abandonar todo prejuicio que nos impida advertir con claridad y franqueza el perjuicio que producimos excluyendo, desigualando y categorizando. De este reverdecer germinará una mirada más integral, exhaustiva, engrandecida, rica y sistémica, sin ridiculeces ni tonterías, que construya un ser humano con una honda integración de pensamiento y sentimiento, donde las confines de nuestros prejuicios que opacan entornos propios y ajenos se diluyan, acrecentándose entonces la oportunidad de comprender una auténtica inmensidad y maravilla en lo diferente, abriéndose una puerta de entrada a todo un abanico de nuevos sucesos y sentires.

 
 

 

Es también la inclusión en la educación un derecho. Pues la educación inclusiva es vista como un proceso encaminado a garantizar el derecho a una educación de calidad con igualdad de oportunidades y en igualdad de condiciones para todos/as los y las estudiantes, prestando especial atención a quienes están en situación de mayor exclusión, como las personas con discapacidad. No se trata de una modalidad de tratamiento de niños y niñas con discapacidad, sino de una evolución que permite abordar y responder a la diversidad de las necesidades de todos/as los y las educandos a través de mayor presencia, participación y aprendizaje, reduciendo la exclusión dentro y fuera del sistema educativo.

 

Solo en el respeto y en el reconocimiento de las personas como personas, sembraremos la oportunidad y cultivaremos ese derecho. En ello radica el sentido de la inclusión en la educación: una oportunidad, también un derecho.



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