
Jóvenes y conscientes: los activistas por un mundo mejor
El activismo no es algo nuevo para la sociedad. A lo largo de los años, millones de personas, sobre miles de causas diferentes, se han manifestado en busca de soluciones, de apoyo, por solidaridad a otros, por justicia, etc. Y a casi 20 años de la llegada del siglo XXI, emergen con gran fuerza los jóvenes activistas ambientales que a pesar de su corta edad, llegan lejos con sus voces.
Por Elizabeth León
Muchos de nuestros derechos como seres humanos se han ganado gracias al activismo, gracias a personas dispuestas a luchar por sus ideales, por romper con lo “tradicionalmente impuesto”, por darle voz al que no la tiene. Y tal como la historia lo narra, estamos acá para cambiar al mundo, para defendernos a nosotros mismos y a los que no pueden defenderse.
Pero últimamente, la figura de un nuevo activismo está resonando como un estruendo. Jóvenes, adolescentes en su mayoría, niños también, marchan por las calles y emprenden proyectos con un fin en mente: salvar nuestro planeta. La figura más notoria, sin dudas, es la de Greta Thunberg, la adolescente sueca que comenzó a hacer huelga frente a su escuela para llamar la atención sobre el cambio climático y que hoy, gracias a las redes sociales, inspiró un movimiento mundial de protección del ambiente que la llevó a pararse con valentía frente a Naciones Unidas exigiendo a sus representantes acción por un futuro mejor, por un futuro para su generación. Y con ello, demostró que los jóvenes deberían poder opinar sobre temas de los que tradicionalmente están excluidos.
En América Latina y, puntualmente, en la región, no somos ajenos a este tipo de movimientos donde los jóvenes piden soluciones. Pero no se quedan de brazos cruzados. Exigen haciendo y, por ello, son activistas y ciudadanos conscientes. Tal es el caso de Wara Calpanchay, de 15 años, co-fundadora de Eco Juventud Jujuy, en Argentina.
Wara se crío en una comunidad dentro de la localidad de Susques, situada en la puna argentina. Ella nos cuenta que creció bajo un ambiente donde “el cuidado de la Pachamama” es parte de su cultura. Desde muy pequeña sus abuelas le decían: “Todos somos parte de la Pachamama y cuidar de ella también es cuidar de nosotros mismos”. Al crecer, tuvo que mudarse a una ciudad que le permitiera continuar su educación, y no fue hasta que volvió a su pueblo de visita que realmente entendió el significado de conciencia que tanto le habían inculcado.
“Cuando vi a una llama comer un plástico en lugar de su pasto natural fue cuando me dije que no podía seguir permitiendo esto, fue un click que me hizo entender que algo está mal”, suelta Wara, con sabiduría en su voz. “Hay un dicho en la comunidad que dice: si uno se va de su pueblo, no solo debe volver pero debe traer algo para su comunidad. Y yo volví con este mensaje de cambio, con la intención de abrirle los ojos a los demás y hacerlos entender que hay cosas buenas pero también hay cosas malas, y que nosotros podemos cambiar eso. Tengo suerte de estar en un momento de la historia donde muchos están empezando a tener más conciencia social y en el cual todos podemos hablar”, agrega.
Wara, junto con su co-fundadora Nazarena Arias, de 16 años, crearon Eco Juventud Jujuy, una organización que busca concientizar sobre el cambio climático mediante la difusión de las problemáticas actuales y talleres educativos. Junto con voluntarios y la comunidad, están llevando a cabo un proyecto llamado “El Día del Pueblo Limpio”, donde van a limpiar el pueblo del Talar.
“La importancia de este proyecto, a pesar de que a la semana siguiente seguro va a volver basura, es que la gente va a empezar a pensar sobre el tema y va a dejar de estar tan naturalizado”, dice convencida.
Todo lo que hacemos hoy es por un mañana, pero ¿por qué nos estamos preparando para un futuro que, en definitiva, no existe? Sobre esto tiene mucho para decir Ariana Palombo, de 19 años, estudiante, emprendedora y activista. Tras las grandes repercusiones que causó el movimiento Fridays For Future (impulsado por Greta y hoy replicado en todo el mundo), Ariana fue una de las primeras en buscar expandir dicho movimiento en Uruguay. Ella nos cuenta que traer FFF no fue una tarea fácil.
“En Uruguay pensamos que como estamos lejos de todo no somos parte del problema, como si no perteneciéramos al mismo mundo. Es difícil sacar a las personas de ese estado, de esa zona de confort y decirles que lo que vienen haciendo hace mucho, las costumbres que adoptaron, las facilidades que se les brindaron; están mal, y que están destruyendo al planeta”, señala con ninguna clase de liviandad en sus dichos.
Según Ariana, las generaciones jóvenes hoy, en cambio, son mucho más conscientes sobre a qué nos enfrentamos como humanidad. “Porque nos genera miedo, angustia, y porque tenemos total acceso a la información donde sea y como sea, no podemos negarnos a la realidad”, agrega.
De acuerdo a la joven, quienes llegan a FFFtienen una mente abierta y reciben la información de la mejor manera. “Los cambios se van generando de a poquito pero se ven, y cada paso es importante”, indica.
El espíritu activista de Ariana se manifiesta en sus acciones, pero también en sus palabras: “Todo lo que hago es porque tengo esperanza de que se pueda terminar con la gran indiferencia que existe a nivel mundial. No puedo también ser indiferente y mirar a un costado. Puedo, quiero y debo luchar. Hemos tomado la valentía que otros no han tomado y la hemos convertido en una lucha por el mundo en el que vivimos, el que queremos y el que tenemos fe y esperanza que algun dia va a cambiar”, concluye.
Y ese compromiso lleva tiempo, es cierto. La cosas no se hacen en un ratito, ni de un día para el otro. Ya con varios años siendo activista, Máximo Mazzocco, de 27 años, podría ser algo así como “la voz de la experiencia”. Desde muy joven viene involucrado en luchar por un mundo más sustentable y así fundó Eco House, una organización internacional sin fines de lucro que se especializa en educación, voluntario, incidencia y en certificación ambiental.
Eco House nace bajo la premisa de querer ayudar sin querer ganar nada a cambio más que resultados y funciona como un club, “donde el deporte favorito es ayudar». Maneja 24 programas y recibe la colaboración de más de 500 voluntarios comprometidos.
“Cuando yo era uno de los jóvenes que ´despertaba´, éramos solo 4 personas. Ver que hoy millones de jóvenes están pasando por lo mismo y son conscientes de lo que están pasando es un alivio”, dice Máximo quien participó de las multitudinarias marchas por el clima que niños y jóvenes llevaron adelante en Nueva York, con Greta Thunberg al frente. “Nos encontramos ante una emergencia sin precedentes, las consecuencias de nuestras acciones nos están alcanzando.
Los nativos digitales hoy son nativos ambientales. Al estar tan en contacto con tanta información en todo momento, la respuesta es instantánea, la conciencia se va extrapolando y si vos podés brindarles una plataforma organizada para darles la oportunidad a la gente para que ayude, la gente va a ayudar”, analiza Máximo.
El activista – que viene pregonando conciencia ambiental desde hace años- está convencido de que cuando no está “contaminado” por el sistema, todo es más claro. Y eso sucede con los jóvenes hoy. “Un chico o una chica de 15 puede ver el informe sobre el cambio climático y no hay nadie que pueda decirle otra cosa. Queremos desnaturalizar lo ´normal´, que cada información que llegue a nosotros se responda con un ´¿QUE?´ y busquemos una solución al respecto. No pensamos parar hasta que todos sean conscientes”, esgrime con convicción a pesar de creer en la paradoja de que estamos en el peor momento de consecuencias y en el mejor momento de conciencia social.
Jóvenes. Conscientes. Con ganas de querer contribuir, ayudar, ser parte de la solución de problemas que tenemos tan naturalizados que pensamos que están bien, que no necesitan cambio. Y si de algo debemos ser conscientes hoy es que un cambio es justo lo que necesitamos. Los números no mienten y la acción, ya sea mínima o incalculable, que cada uno pueda realizar es un aporte a esta problemática ambiental que concebimos a diario.
Según la Declaración Universal de Derechos Humanos, art 19: Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión. Entonces, hagamos uso de lo que tanto les costó a nuestros antecesores y hablemos, accionemos y gritemos si hace falta.
“Cuando vi a una llama comer un plástico en lugar de su pasto natural fue cuando me dije que no podía seguir permitiendo esto, fue un click que me hizo entender que algo está mal”. Wara Calpanchay
“No puedo también ser indiferente y mirar a un costado. Puedo, quiero y debo luchar”. Ariana Palombo
“Los nativos digitales hoy son nativos ambientales. Al estar tan en contacto con tanta información en todo momento, la respuesta es instantánea, la conciencia se va extrapolando”. Máximo Mazzocco
«Vienen a nosotros, los jóvenes, por esperanza, sin embargo roban nuestros sueños e infancia con sus palabras vacías” – Greta Thunberg, Cumbre de Acción Climática, ONU, septiembre 2019
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