En una azotea en Nueva York o en una granja en Portugal, lo mejor que podemos hacer por el clima es hablar de él.

Por Marianela González.

 

Shahnaz y su esposo Francois viven junto a su hija Arianna en la granja ecológica “Casa Beatrix” en el distrito de Guarda, en Portugal. Se conocieron en un rooftop (azotea) de Nueva York, cuando ambos todavía trabajaban en puestos corporativos: Shahnaz en salud y Francois en relojes de lujo. Al descubrir su aprecio mutuo por la naturaleza y su pasión por la sostenibilidad, viajaron por el mundo trabajando en granjas, perfeccionando sus habilidades en permacultura. Desde 2017, convirtieron su sueño en una finca para desconectar y reconectar: Casa Beatrix.

 

“La idea con el ecoturismo siempre ha sido cambiar nuestra vida e inspirar a otros, porque cambiando solo nosotros no vamos a conseguir nada”, dicen. “Este lugar tiene 22 hectáreas formadas por bosques, valles, terrazas y terrenos agrestes con vistas al Parque Nacional Serra da Estrela. Vivimos allí, en una Tiny House, cariñosamente llamada «Château Cramooz», desde marzo de 2018. ¿Nuestra visión? Transformar este valle en un proyecto de ecoturismo, donde nuestros visitantes puedan “desconectarse para reconectarse mejor”, un poco cliché pero cierto”.

 

Shahnaz comparte anécdotas y aprendizajes de su vida en Guarda y su proceso frente a la crisis del clima, que la preocupa mucho y sobre la cual quiere tomar acción. Al inicio lee, conversa, investiga y siempre llega a la misma conclusión: el tema se aborda con una visión casi apocalíptica que lo deja a uno sin saber qué hacer ni por dónde empezar. Hasta que un día, escucha una charla de la científica del clima y autora: Katharine Hayhoe, quien propone un enfoque positivo del tema a través de la psicología de la comunicación y la empatía.

 

 

“Escuché esta charla y era como aire fresco, sentí que había una nueva forma de hacer esto”. Para abordar la crisis climática, las conversaciones necesitan empezar con historias personales, valores compartidos y experiencias sensoriales que generen empatía hacia la naturaleza (por ejemplo, pasando tiempo en un bosque o jardín), no con estadísticas frías que hacen ver el tema como algo abstracto.

 

“Conocí a un señor portugués que tiene unos 60 años y trabaja para unos amigos. Es de la antigua generación que creció ahí y sabe hacerlo todo. Una vez le pidieron que hiciera una reja de madera y para eso tenía que cortar los árboles para prepararlos, sacándoles la corteza. Y dijo: Ah no puedo, tengo que hacerlo en dos semanas cuando haya luna llena. Y todos dijeron: ¿Qué es esto, brujería?. El hombre ni siquiera lo explicaba porque le parecía demasiado obvio. Finalmente dijo: Es lógico, en ciertas fases de la luna, la savia sube dentro de los árboles o baja. Y cuando baja, si estás preparando el árbol para sacar la corteza, lo puedes sacar casi como la cáscara de un plátano, mientras que si lo sacas cuando sube, tienes que pelear por cada centímetro. Esta sabiduría se pierde en las ciudades”.

 

La naturaleza enseñó a Shahnaz y Francois a no dar nada por descontado, y que cada uno de nosotros puede ser un «habilitador», motivando a las demás personas a atreverse a soñar y a actuar. No todo es posible al mismo tiempo, pero paso a paso, podemos crear un impacto real. La solución comienza en el corazón y así se desarrolla a través de acciones concretas.

 

 

Conocé más en www.casabeatrix.pt



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