
El seno de las cocinas locales sostiene a la biodiversidad
A Magda Alejandra Choque Vilca (Magui) la conocen como la “reina de la papa andina”. La ingeniera agrónoma argentina, del pueblo indígena omaguaca, dedica su vida a revalorizar la identidad andina desde la cocina y la propia identidad.
Por María Sofía Muratore.
Foto: Gentileza Magui Choque Vilca.
Te dicen la reina de la papa andina. ¿Qué te genera este apodo? ¿Por qué pensás que se te adjudicó este sobrenombre?
Me lo autoadjudiqué, y me siento muy orgullosa por ello. Porque ser referente de una cosa tan cosmopolita, tan generosa como es la papa, que ha ocupado lugares en identidades colectivas, que ha sido parte de la creatividad y el dinamismo de esas identidades me parece maravilloso. Que los Andes estén presentes a través de una papa en todas las mesas y las bocas globalizadas me parece increíble. Eso refleja esta integralidad de América en el mundo.
¿Por qué te interesó…
La tecnicatura en cocinas regionales y cultura alimentaria es una tecnicatura superior que funciona en el Instituto de Educación Superior número 2 y a hoy sigue vigente, formando parte de la educación pública y gratuita y con acceso sobre todo a los hijos de los agricultores en zonas rurales. ¿Qué es lo que me impulsa? El concepto de equidad. Estudiar cocina en mi provincia, y creo que en todos los países, es una carrera cara. Y me parece que el seno de las cocinas locales sostiene a la biodiversidad y el uso y el consumo de nuestros recursos locales, de nuestras bonanzas locales, está en la cocina, en esa cocina local que no solo expresa eso, sino que expresa la cultura. Los chicos hoy tienen un diseño curricular en donde ponen en juego el tema de cocina y cultura como parte estratégica de su formación.
¿Cómo articulás el trabajo con los productores? ¿Cómo fue esa secuencia?
Es casi un dinamismo propio. De hecho, ahora estamos dictando una diplomatura que se llama campo y cocina. Porque el plato nace en el campo, y el campo termina su ciclo en el paladar de algún comensal, sea a nivel de hortalizas, frutas, etc. Entonces, unir también esto, no solo en una construcción pragmática de campo y cocina, sino en una construcción integral de conocimiento, es algo que se debe dar. No sólo en relación a la producción o a la comensalidad sino a la cultura alimentaria de los pueblos, que básicamente va a ser como la proyección de la sustentabilidad.
Decís que fuiste parte de la construcción de conocimiento. ¿Cómo explicás esto?
Pensar en las integralidades es algo que los saberes y haceres ancestrales nos enseñan. Y Es algo que nos promueven, nos interpelan como ciencia, como academia. Que conversen las distintas formas de construir el conocimiento me parece que, primero, es una herramienta fundamental, mínimo de ética, porque no nos podemos arrogar que la academia sea la única que valide el conocimiento. Y segundo, de cambio de paradigmas en cuanto a qué es el conocimiento y para qué sirve.
Reivindicás el valor de la mujer rural. ¿Cuál es su rol en la sociedad actual?
Podríamos dar una maestría sobre el rol de la mujer rural. Pero seré sintética: es una nodriza de las semillas, es la que permite conservar la cultura alimentaria, es la que sostiene esta visión de la Pacha en cuándo a cómo cuidar el agua, a cuidar la semilla, a poner el dinamismo en su cultura alimentaria y en lo que viene. El rol de la mujer rural es estratégico, pero no sólo por lo actual, sino por la proyección que puede tener. Todavía nos quedan muchas deudas pendientes con la revalorización del rol de la mujer rural en la sociedad actual.
Hablás de honrar a la Pachamama. ¿Siempre fue algo que tuviste presente o fue evolucionando?
Honrar la Pachamama no sólo es parte de mi vida, es parte de mi ser. La heredé de mis padres y la voy a proyectar en mis hijos, en mi nieto, porque creo que es honrar la vida. No sé si fue evolucionando, pero sí se fue dinamizando a medida que fui madurando y sensibilizándome y haciendo como una introspección muy profunda de lo que la Pacha significa para mí, para mi comunidad, para la sociedad, y para este concepto grande que es la Madre Tierra. Pero no desde un sentimiento, sino desde un senti-pensar y desde una construcción global de que esto nos dejaron los que estuvieron antes y tenemos que, de alguna manera, conservarlo y promoverlo para los que vienen.
¿Qué lecciones fuiste aprendiendo a lo largo de tu camino?
Honrar mi origen y mi identidad. Construir mi identidad a partir de lo que soy y de lo que puedo dar, y sentirme comunidad. Esa mirada de éxito que siempre está en el afuera, yo la siento acá dentro. Y me siento una mujer muy exitosa desde diferentes lugares: éxito porque me quedé en el lugar que quiero, hago lo que quiero, vivo eligiendo y en estas elecciones, fui construyendo diferentes actitudes hacia pensarme como un nosotros, y sentirme como un nosotros. Desde otro lugar, también entender que en estas integralidades, que forman de alguna manera, esta nueva forma de mirar los paradigmas, no es dividiendo ni sino integrando de la manera que podemos proyectar.
Sé parte del cambio Apóyanos!