
Conservación: Al límite de las fronteras planetarias
Desde el siglo pasado, comenzó una era que priorizó el desarrollo social y económico. Pero, ¿podemos hablar de desarrollo cuando se amenaza aquello que lo sostiene todo? La balanza se inclinó demasiado y ese sensible equilibrio entre la humanidad y la conservación de la naturaleza está en su límite. Queda en nosotros dar el paso.
Por Lucía Tornero.
Normalmente, nos damos cuenta del valor que tienen las cosas cuando las perdemos. ¿Nos pasará lo mismo con la naturaleza? Aún no lo sabemos, porque el planeta sigue resistiendo. Lo empujamos, lo llevamos a sus límites, lo presionamos…y aún así pareciera seguir “vivo”. Y entonces seguimos. Un poquito…un poquito más. Quizás sea por eso que aún no hemos caído en la cuenta de la importancia de la conservación porque… aún tenemos un planeta.
Hay algo que sabemos: nuestras acciones (y omisiones) generan un impacto en nuestro entorno social y ambiental. Por más que a veces pretendamos vivir en un estado de ignorancia dichosa, la evidencia está y es innegable. Sin embargo, a veces preferimos regirnos por lógicas (o ilógicas) que nos dicen al oído que siempre tenemos más tiempo, siempre alguien más se hará responsable, y todo eso que se habla de conservar el planeta es problema de alguien más, es lejano. A mí no me toca.
“Creo que el ser humano tiene una tendencia que no cesa en buscar la comodidad. Esa eterna búsqueda de más y más comodidad a toda costa es la principal amenaza de autodestrucción de nuestra especie”, dispara Juan Carlos Gambarotta, (Juca, como le dicen) quien fue Guardaparque de áreas protegidas del Uruguay durante 27 años. “Somos, ante todo, modificadores, y por tanto, la conservación de la naturaleza casi podríamos decir que va en contra del impulso más característico de nuestra especie”.
Entonces, ¿hay posibilidad de lograr el tan ansiado equilibrio? Empecemos diciendo que alguna vez existió. De hecho, el planeta es tan perfecto en ese sentido que siempre funcionó en armonía, con ecosistemas diseñados para sostener una estabilidad dinámica en medio de un complejo conjunto de relaciones de todos los seres vivos que lo integran, ya sean animales o vegetales.
Áreas protegidas: ¿alcanzan?
Naciones Unidas declaró el período del 2020 al 2030 como la década de la restauración de ambientes. Y es que el daño es tan grande que no alcanza con solo cuidar lo que queda. De hecho, según un reporte elaborado por 130 países miembros de la Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (Ipbes), la naturaleza está en un declive más elevado que el promedio de los últimos 10 millones de años.
En este sentido, existen algunas estrategias de conservación como lo son las áreas protegidas, pero, ¿son suficientes?. “Para generar la biodiversidad y los aspectos físicos que la sostienen, la naturaleza necesitó no solamente cientos de millones de años, sino también todo el planeta. Nunca pudo pensarse que si le dejamos a la naturaleza esas migajas que llamamos áreas protegidas, la cosa se iba mantener de lo más bien”, reflexiona Juca.
En el caso puntual de Uruguay, existen pocas y pequeñas áreas protegidas que adolecen de falta de guardaparques y también de falta de equipamiento. Juca bien lo sabe. “Jamás sabremos cómo eran en realidad nuestras praderas y chircales, o sea, la mayor parte de nuestro territorio, porque Uruguay perdió muy tempranamente varias especies de mamíferos, como el jaguar, el ciervo de pantano y el lobo grande de río, y no sabemos cómo influían en las demás especies y en el ambiente”, señala.
Su colega, Ramiro Pereira, Guardaparque miembro de la Asociación Uruguaya de Guardaparques y biólogo, considera que las áreas protegidas son la herramienta principal de una estrategia de conservación a nivel mundial, pero no son la única. “Si la conservación solamente dependiera de ellas, lo que generaríamos serían islas de biodiversidad, las cuales estarían inmersas en una matriz de ´no biodiversidad´, para ilustrarlo de forma exagerada”. En el caso de Uruguay, recién hace 15 años empezó a transitar un camino de áreas protegidas planificadas y siguiendo un paradigma actual. “Esto nos da la posibilidad de aprender de las experiencias de otros países en una realidad muy distinta al común de América Latina, donde las APs en general se instalan en sitios remotos y con muy baja ocupación humana. Uruguay tiene prácticamente todo su territorio habitado y en la órbita privada, lo que impide la gestión bajo el formato del ideario de que las áreas protegidas son sitios sin gente y donde se hace una conservación pura y dura”, agrega.
En Argentina, por ejemplo, el panorama es bastante desolador. Siendo un país federal, son los gobiernos provinciales los que deberían estar activamente presionando para empujar la conservación. “Salvo la provincia de Corrientes, que claramente se puso a la vanguardia económica con el programa de producción de naturaleza, y propicia activamente el retorno de la fauna extinta, son pocas las acciones de fondo que se concretan en el territorio, con la escala necesaria”, explica Sofía Heinonen, Directora Ejecutiva de la Fundación Rewilding Argentina.
¿Deber o responsabilidad?
Cuando hablamos de conservación, de preservar la biodiversidad, ¿a quién le toca ese rol? Que -de más está decir- no es uno menor. Es quizás el rol más importante de todos, aunque aún no se lo ubique entre los asuntos de extrema urgencia.
Sebastián Horta, Licenciado y con una Maestría en Ciencias Biológicas, brinda asistencia desde hace 20 años a dependencias del Estado en temas de conservación y manejo de los ecosistemas y asesora en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas como especialista en Biodiversidad y Conservación. Si bien considera que este ente ha logrado alcanzar una relativa buena representación de los objetivos que se ha propuesto conservar, la superficie que abarca aún es muy reducida en comparación con el crecimiento de las intervenciones que amenazan esta conservación. “La biodiversidad del Uruguay viene siendo fuertemente disminuida y amenazada en las últimas décadas por el desarrollo e intensificación de actividades dadas principalmente por el cambio en la matriz productiva. Difícilmente se logre conservar si no se desarrollan otras estrategias que permitan mantenerla”, señala.
Y comienza el cuento del huevo y la gallina. ¿Son los gobiernos los que deben tomar cartas en el asunto? ¿O somos nosotros en nuestro rol de ciudadanos y consumidores los que podemos (y debemos) marcar una diferencia? Sofía lo resume: “Hace falta generar un cambio cultural y económico grande para evitar el colapso climático y de extinción masiva. Ser proactivos y restaurar lo que se dañó. Debemos cambiar comportamientos y valores en forma urgente”, dice y agrega: “Estamos en un estado de emergencia y las acciones deberían ser coordinadas, de escala, amplias, profundas, y eso es lo que cuesta ver”. Entonces, ¿a quién le toca impulsar esas acciones?
Tomemos, por un lado, a los gobiernos. “No incorporan debidamente acciones para evitar la pérdida de biodiversidad o a veces lo hacen, pero con frecuencia no las ejecutan. Sigue imperando la idea de que la naturaleza siempre se las arregló sola, no se generan los espacios necesarios”, considera Juca.
“Es muy difícil pedirle a los gobiernos que pongan la conservación por encima del bienestar social o económico de la población, ya que la gente es la que genera las presiones a los gobernantes y no la biodiversidad. Mientras que los efectos de la conservación de la naturaleza y los procesos ecológicos no sean percibidos directamente en el bienestar humano (salud, alimento, agua, etc.) ya sea a largo plazo o de forma inmediata, es muy difícil que los gobiernos y la población lo prioricen sobre beneficios a corto plazo”, considera por su parte Ramiro, poniendo en foco el nosotros, las personas que alimentamos un determinado sistema de producción que hoy por hoy es la principal amenaza contra todas las formas de vida…, incluso la nuestra.
En todo este embrollo, hay un hecho que es clave: los ecosistemas están íntimamente ligados con nuestra economía. Brindan servicios ecosistémicos, como ser conservación de biodiversidad, regulación del clima, etc., que son lo que los economistas llaman “bienes públicos” (bienes de cuya existencia nos beneficiamos todos, aunque no paguemos por ello). Pero la realidad es que en los tiempos que corren, un mercado no asigna bien los beneficios de la conservación ambiental.
Entonces, ¿por qué importa la valoración económica ambiental? Porque a través de ella, podemos medir y expresar en una unidad común (que permita un entendimiento general de los ciudadanos), las pérdidas y ganancias económicas que representan para la sociedad la protección, restauración, recuperación y conservación o, por el contrario, los costos por deterioro o destrucción de los recursos naturales y ambientales. Es decir, muestra el verdadero costo social del uso de los recursos naturales y, a su vez, deja conocer sobre la escasez de los recursos y su asignación eficiente. Integrar entonces los servicios ecosistémicos en la matriz productiva, y sobre todo, en países agropecuarios, es clave. En este sentido, cobran relevancia los incentivos, que son las estrategias empleadas por los sectores público y privado para alentar a los agricultores a proteger y mejorar los servicios ecosistémicos que son beneficiosos para ellos y para otras personas.
Somos naturaleza
Los desastres naturales de los cuales la civilización está siendo testigo en los últimos años no son más que la evidencia de la ruptura del equilibrio ecosistémico. El objetivo, entonces, es lograr una matriz productiva que priorice la conservación. Pero más que lograrla, Juca se pregunta si podremos volver a tenerla, porque -en definitiva- siempre hubo sistemas productivos en armonía con la biodiversidad. “Los pueblos originarios lo hicieron por mucho tiempo, pero aparte del sistema productivo, importa la cantidad de gente que sustentan. Un sistema productivo puede ser útil con una población de diez mil personas, comenzar a fallar si tiene que sostener a cien mil y ser desastroso para sostener un millón”, desarrolla. Entonces, el problema comienza a ser de escala, en donde la relación de superficies de uso y de intensidad está directamente ligada con la ambición a la hora de producir.
Y así, volvemos a nosotros, quienes creamos los sistemas. Directa o indirectamente. Somos la raza perjudicadora (y perjudicada), la que está inmersa en la llamada sexta crisis de extinción que está en marcha. Somos una especie más en peligro, pero también tenemos un gran margen de acción a la hora de decidir cómo queremos (y si queremos) vivir. Y qué mejor que tomemos conciencia de eso desde que somos pequeños. Por eso Juca y Ramiro, coinciden en que necesitamos otras estrategias de conservación, partiendo de la educación. “En el plano formal, debería haber un cierto número de días en los que los niños, sobre todo los menores de 12 años, pudieran pasar unos días, con sus noches, en la naturaleza. Cada vez menos gente tiene ese tipo de experiencias. Eso explicaría el distanciamiento creciente con la naturaleza. Me temo que a menos que la mayoría de las personas tengan un anclaje emocional de vivencias en la naturaleza, las pérdidas continuarán”, concluye Juca.
Más allá de la conciencia, ese afán de naturaleza, de conexión con nuestro entorno, está grabado en nuestra esencia. “Nos es una necesidad básica, tanto como tomar agua, recibir los rayos del sol en la piel, el poder mirar un horizonte, sentir el calor de la arena o protegernos a la sombra de un bosque o la frescura del mar. Observar un animal silvestre, los colores de los insectos, el vuelo de las aves, escuchar los sonidos. Ser parte de la biodiversidad, de los paisajes naturales nos alimenta el alma. La verdadera calidad de vida, nuestro verdadero hogar, nuestro ´hábitat´”, valora Sebastián.
¿Qué es naturaleza? Ramiro piensa que puede significar distintas cosas para distintas personas. “Quizá para un productor rural, sea la pradera donde aplica nutrientes y planta forraje para alimentar al ganado. Para otros, la selva amazónica o las Cataratas de Iguazú. Hay quienes pueden considerar naturaleza el Parque Rodó. Lo que sí puede dar una pauta del concepto es que una gran cantidad de gente tiene en su computadora o celular, de fondo de pantalla, una imagen de un sitio donde no se aprecia gente. Y eso es un mensaje muy fuerte. Significa que inconscientemente anhelamos ese contacto con la naturaleza que es tan necesario, no importa donde estemos”.
Y así, en simples y cortas palabras, Juca lo resume: “La naturaleza no se puede explicar, hay que sentirla”.
En Argentina, el porcentaje de áreas protegidas ronda el 8% en tierra y en mar el 9%. Existe alguna regulación, que obliga al estado provincial o nacional a fiscalizar de alguna manera. “Aunque la mayor parte de este porcentaje no restringe demasiado las actividades extractivas. Solo en las áreas de Parques Nacionales, está claro que no se puede hacer grandes modificaciones al ecosistema. En el resto del país, la ley permite bastante más y deja en manos de los privados que decidan en función de sus intereses privados y comerciales. A partir del cambio de constitución del año 1994, definieron que era necesario hacer algo más. Por eso se creó la ley general del ambiente y todas las leyes de presupuestos mínimos para que en materia ambiental, todas las provincias tuvieran una misma regulación piso, a partir de la cual -en algunos temas como bosques, aguas, glaciares, humedales- haya algo más, algo que cruce todo por fuera de las áreas protegidas”, indica Sofía.
Juca
- Juan Carlos Gambarotta, Guardaparque, escritor, artista plástico y aventurero
Porque no alcanza con conservar solo en áreas protegidas?
Porque para generar la biodiversidad y los aspectos físicos que la sostienen, la naturaleza necesitó no solamente cientos de millones de años, sino también todo el planeta. Nunca pudo pensarse que si le dejamos a la naturaleza esas migajas que llamamos áreas protegidas, la cosa se iba mantener de lo mas bien.
Como es el panorama en Uruguay? Por un lado, tenemos pocas y pequeñas áreas protegidas, que adolecen de falta de guardaparques y también de falta de equipamiento. Jamás sabremos como eran en realidad nuestras praderas y chircales, o sea, la mayor parte de nuestro territorio, porque Uruguay perdió muy tempranamente varias especies de mamíferos, como el jaguar, el ciervo de pantano, y el lobo grande de río y no sabemos como influían en las demás especies y en el ambiente. A eso se agrega que el ganado fue liberado y se asentó en nuestra tierra antes que se fundara la primera población de origen europeo, así que también el ganado produjo cambios que desconocemos en la vegetación prístina. Lo que se pretende hacer es mantener la biodiversidad que se encuentra actualmente. En cuanto a América Latina, en líneas generales, las áreas protegidas en sí mismas están en mejor situación, pero demasiadas están siendo convertidas en islas debido a varias causas, principalmente por la deforestación que no solamente continúa, sino que se ha acelerado en algunas regiones. Tampoco se detiene la construcción de las carreteras que las atraviesan, la expansión de la ganadería, las propuestas de nuevas represas, de minería a gran escala, la invasión de territorios indígenas, el atropello a los indígenas aislados, etc. A nivel de áreas protegidas marinas, el manejo es a menudo inexistente.
Los gobiernos no incorporan debidamente acciones para evitar la pérdida de biodiversidad o a veces las incorporan , pero con frecuencia no las ejecutan . El motivo podría ser que los jerarcas se dedican solamente a su cartera y como sigue imperando la idea de que la naturaleza siempre se las arregló sola, no se generan los espacios necesarios. Así, una Intendencia Departamental puede seguir siendo uno de los principales agresores al ambiente. En la obra de teatro ¨Galileo¨ hay una escena en que ante la invitación del científico a que los inquisidores se inclinen y pongan el ojo ante el telescopio, ellos la desechan porque dicen saber que no iban a ver nada. Creo que pasa lo mismo con las políticas públicas.
Contradicciones?
En mi opinión la principal es en lo relativo a la pesca. Ya sea la pesca con caña, o la pesca industrial, siempre se ha pescado todo lo que se pudo. No se ve lo que está bajo el agua y por tanto damos por hecho que es casi infinito. Ya casi nadie se animaría a decir eso, pero es lo que se hace en los hechos. Aun entre quienes trabajan en la conservación de la naturaleza, no es fácil encontrar personas que estén de acuerdo, en que haya áreas protegidas marinas donde no se permita la pesca. Los peces son tratados como fauna de segunda. Y eso que está mas que comprobado, que la protección total de las poblaciones de peces en un área, redunda en un incremento enorme en la producción pesquera en las áreas aledañas. Hay otras contradicciones, en cuanto al combate o control de las especies exóticas invasivas. No se ve mal el control de plantas exóticas que invaden los ecosistemas nativos, tampoco se ve mal el control del jabalí, pero en cuanto al del ciervo axis la cosa cambia. La percepción de que es Bambi sigue prevaleciendo por mas que esa bella especie de ciervo produzca alteraciones en los ecosistemas nativos y daños en cultivos. Lejos de haber un programa nacional de control del ciervo axis, continúa la prohibición de cazar hembras, lo que sigue favoreciendo la reproducción la especie. También es otra contradicción que se permita la corta de monte nativo. Porque en el estado actual del ambiente, cada nueva corta de monte nativo genera un claro que muy comúnmente no es repuesto por especies nativas, sino por exóticas. Y a nivel de agricultura y forestación las contradicciones son muchas.
También hay contradicciones en quienes practican deportes, o hacen otros usos recreativos de la naturaleza. Los clubes de pesca no se caracterizan por ser conservacionistas, muchos de los practicantes de deportes extremos, toman a la naturaleza como el mero espacio abierto donde realizar sus actividades, ni que decir de quienes usan vehículos todo terreno en dunas , playas y otros sitios prohibidos o delicados.
En cuanto a los ecosistemas que requieren mayor atención a nivel nacional, sin dudas están las praderas, en particular, aquellas del norte donde aún hay venados de campo y loica pampeana. No hay ningún área protegida que se haya declarado como principal motivo por la protección de las praderas. Tampoco se han designado áreas protegidas exclusivamente marinas. El santuario de la ballena franca no aplica, porque allí no hay restricciones de pesca.
En el caso de Uruguay, como la vegetación predominante es el pastizal, el mejor sistema productivo en armonía con la naturaleza es la ganadería tradicional. Sin duda la ganadería motivó el exterminio de la mayoría de nuestros mayores mamíferos terrestres, pero actualmente, donde prevalece ganadera tradicional es donde están los ñandúes, las mulitas, la flora nativa pratense, y hasta constituye el refugio de los últimos venados de campo. Lamentablemente, la ganadería está cambiando muchísimo en los últimos años. Si el consumidor pide carne de feed lot, será muy difícil conseguir que continúe la ganadería tradicional.
Sentís que alguna vez podremos llegar a tener un sistema productivo en armonía con la conservación? Mas bien me pregunto si podremos volver a tenerlos, porque siempre hubo sistemas productivos en armonía con la biodiversidad. Los pueblos originarios lo hicieron por mucho tiempo, pero aparte del sistema productivo, importa la cantidad de gente que sustentan. Un sistema productivo puede ser útil con una población de diez mil personas, comenzar a fallar si tiene que sostener a cien mil y ser desastroso para sostener un millón. Pero en el fondo, la cosa no solamente va por el sistema productivo, creo que el ser humano tiene una tendencia que no cesa a buscar la comodidad. Esa eterna búsqueda de mas y mas comodidad a toda costa, es la principal amenaza de autodestrucción de nuestra especie. Desde que aprendimos a dominar el fuego hemos estado modificando el ambiente y no vamos a parar. El paradigma dominante de que la tecnología nos va a proveer de todo y a todos, no es cierto. Tenemos inteligencia para crear objetos, pero no para dominar sus efectos a escala global.
Iniciativas? Hay muchas, la cosa es que nos de el tiempo. A menos que haya un boom de iniciativas pro conservacionistas en todos los aspectos de la sociedad, me temo que llegaremos muy tarde para conservar muchas cosas. La gran dificultad para el desarrollo de las iniciativas conservacionistas es que el ser humano es ante todo un modificador, y por tanto, la conservación de la naturaleza casi podríamos decir que va en contra del impulso mas característico de nuestra especie. Al respecto, a los efectos de que la gente visualice la cosa, no importa la escala, siempre sirve si es para sumar. Y siempre perjudica si resta. Por ejemplo: A la entrada del Shopping Tres Cruces había un magnífico lapacho rosado y en la vereda un timbó, que fueron talados para hacer la ampliación. No era necesario cortarlos, la obra debió tener un diseño que lo respetara. El mensaje implícito? El pavimento está primero.
Creo que las últimas preguntas ya fueron contestadas con las anteriores? La percepción de que es la naturaleza depende mucho de cada persona, pero sobre todo, del entorno donde vive.
Una naranja es algo natural? Obviamente que si, pero las naranjas originarias son pequeñas y aparte de ser mayores, las que consumimos provienen de un injerto, que es hecho por el hombre, dependen de riego, y se les aplican diversos agroquímicos. Por ende, no las provee asi nomás la naturaleza.
Actualmente hay que hacer una división que hace unas décadas no era necesaria. Una cosa es la naturaleza, y otra es el estado natural. Por ejemplo: Estamos a orillas de un río donde acabamos de pescar una carpa. El monte está compuesto mayoritariamente por fresnos y ligustros y cantan muchas palomas de monte, torcazas y estorninos. Evidentemente se trata de manifestaciones de la naturaleza, pero ese sitio no está en estado natural, porque la mayoría de esas especies son exóticas y las palomas, siendo nativas, son demasiadas, debido a que se han beneficiado con las prácticas agrícola-ganaderas. Quizás esos ecosistemas sigan manteniendo muchos servicios ecosistémicos, pero se ha perdido biodiversidad.
Pero es innegable que de alguna manera apreciamos lo natural. Prueba de ello es el uso indiscriminado de la palabra ¨natural¨ en los avisos. El cambio clímático agrega otro componente, porque el propio clima, con frecuencia creciente, ya no se comporta como lo hacía cuando no habíamos influído tanto sobre él. Para muchísimas especies, una de las mayores amenazas del cambio climático, es el aumento de un par de grados de temperatura en las horas pico de calor ( por ejemplo el león). O en el caso de los anfibios, la desaparición de los charcos donde se reproducían en cuestión de horas, y no en cuestión de semanas como requieren esas especies.
La naturaleza no se puede explicar, hay que sentirla. Por eso, la educación formal debería contener un cierto número de días, donde los niños, sobre todo los menores de 12 años, pudieran pasar unos días, con sus noches, en la naturaleza. Cada vez menos gente tiene ese tipo de experiencias, eso explicaría el distanciamiento creciente con la naturaleza. Me temo que a menos que la mayoría de las personas tengan un anclaje emocional de vivencias en la naturaleza, las pérdidas continuarán.
RAMIRO
- Ramiro Pereira, Guardaparque miembro de la Asociación Uruguaya de Guardarparques y biólogo.
¿Por qué no alcanza con conservar solo en áreas protegidas?
Las áreas protegidas son la herramienta principal de una estrategia de conservación a nivel mundial, pero no son la única. Si la conservación solamente dependiera de las áreas protegidas lo que generaríamos serían islas de biodiversidad, las cuales estarían inmersas en una matriz de “no biodiversidad” para ilustrarlo de forma exagerada. Por esta razón es importante que las áreas protegidas estén acompañadas por otras estrategias de conservación, partiendo de la educación, el desarrollo sustentable, la planificación y uso racional del territorio, de forma de hacer que las zonas entre áreas no sea tan hostil para la biodiversidad, que la conectividad entre áreas permita intercambiar individuos y mantener las poblaciones dentro y fuera de las APs.
¿Cómo es el panorama en Uruguay? ¿Y en América Latina?
La historia de las APs en el mundo puede remontarse muy atrás en el tiempo, pero el concepto de área protegida como se reconoce actualmente se va adaptando con la sociedad y las necesidades de cada época desde mediados del siglo XX. Uruguay viene corriendo de atrás el tema de las APs, pero recién hace unos 15 años empezó a transitar un camino de áreas protegidas planificadas y siguiendo un paradigma actual. Esto nos da la posibilidad de aprender de las experiencias de otros países en una realidad muy distinta al común de América Latina, donde las APs en general se instalan en sitios remotos y con muy baja ocupación humana. Uruguay tiene prácticamente todo su territorio habitado y en la órbita privada, lo que impide la gestión bajo el formato del ideario de que las áreas protegidas son sitios sin gente y donde se hace una conservación pura y dura. En nuestro país debemos gestionar actividades productivas que permitan a los propietarios de la tierra permanecer y producir, pero buscando formas o alternativas que sean lo más amigables con el ambiente posible. Implica muchas negociaciones y gestión, en un proceso de aprendizaje constante y que muchas veces puede no salir como esperamos.
¿Dirías que los gobiernos están tomando acciones para combatir la pérdida de la biodiversidad (por ejemplo, incorporarlo a políticas públicas? ¿Qué rescatás? ¿Qué criticás?
Esto habría que analizarlo caso a caso, a nivel mundial un buen indicador podrían ser las metas de aichi, que me atrevo a sospechar que ningún país las está logrando cumplir todas.
¿Qué contradicciones se dan a la hora de hablar de conservación?
Es muy difícil pedirle a los gobiernos que pongan la conservación por encima del bienestar social o económico de la población, ya que la gente es la que genera las presiones a los gobernantes y no la biodiversidad. Mientras que los efectos de la conservación de la naturaleza y los procesos ecológicos no sean percibidos directamente en el bienestar humano (salud, alimento, agua, etc) ya sea a largo plazo o de forma inmediata, es muy difícil que los gobiernos y la población lo prioricen sobre beneficios a corto plazo.
¿Qué ecosistemas requieren mayor atención?
Todos. No hay un ecosistema que no dependa indirectamente de los otros. Vientos en el Sahara afectan a los corales en el Caribe. La pérdida de la Amazonía impacta en la regulación del régimen de lluvias en buena parte del mundo. No podemos pensar la naturaleza y la conservación de manera fragmentada. Estamos acostumbrados a poner todo en cajitas y clasificar separadamente, pero hay una sola caja donde estamos todos metidos y mezclados.
En tu ideal, ¿cómo es un sistema productivo en armonía con la conservación de la biodiversidad? ¿Sentís que alguna vez podremos llegar a eso?
Creo que el principal problema es de escala, casi cualquier sistema productivo puede realizarse en armonía con la conservación, pero hay una relación de superficies de uso y de intensidad, es todo parte de cuánta ambición tengamos a la hora de producir. Si quiero producir en el 100% de la superficie de mi terreno y sacar los réditos más altos y no dejo descansar el suelo, etc. obviamente no lo hago de forma sustentable y no es compatible con la conservación. Hay que poner todo en la balanza y es importante que haya “alguien” que vele por los intereses comunes.
En varios rubros de la producción agropecuaria hay pautas de uso y manejo que permiten una compatibilidad con la conservación y no implican una pérdida para los propietarios, es más bien un cambio de paradigma.
¿Qué iniciativas se están dando? (Por ej, sumar conservación a proyectos turísticos)
El turismo es una actividad que si se hace fuera de escala o con objetivos puramente económicos, sin pensar en los impactos, puede ser tanto o más perjudicial que cualquier otra actividad productiva. Si no prevemos y pensamos el tipo de actividad, el tipo y cantidad de público, la zona donde realizarla, podemos perjudicar sitios que con otras actividades productivas no se dañarían (por ejemplo zonas de quebradas y el impacto de la erosión generada por el paso de grandes cantidades de gente sin las infraestructuras que prevengan esa erosión). La búsqueda de el acceso de mayor afluente de visitantes puede redundar en la generación de grandes obras que vayan en contra de los objetivos de conservación de un lugar o deterioren la misma actividad para el turismo. La gente va a las áreas protegidas a buscar el contacto con la naturaleza y si lo que encuentra es a 2000 personas amontonadas, la experiencia deja de ser “de naturaleza” es lo mismo que ir a un shopping, eso va minando la percepción y el concepto de área protegida, de naturaleza y la necesidad de conservar.
Día a día perdemos biodiversidad y aún parece que la gente no cae en la cuenta del peligro que implica para el ser humano como especie. ¿Cuál es el mensaje que debe llegarles? ¿Por qué creés que persiste esta ignorancia a veces no elegida?
Como señalaba antes, no hay una conexión directa entre conservación de la biodiversidad y bienestar social o humano, consideramos que todo problema de la naturaleza lo podemos solucionar desde la tecnología, eso es una visión de creerse omnipotente como especie y no hay una reflexión a partir de cosas que nos demuestran que no es así (basta ver casos como los accidentes nucleares, las enfermedades que aparecen “de la nada”) y no nos damos cuenta que cuanto más modificamos el ambiente o forzamos tecnologías sin la preparación y el conocimiento adecuados, más expuestos estamos a generar un daño irreversible (a la biodiversidad o a nosotros como especie). La falta de percepción de la importancia de la naturaleza en nuestras vidas, hace que para la gente en general, la pérdida de biodiversidad sea algo que le pasa “a los otros” no a mí.
¿Qué noción tiene el ciudadano sobre «qué es la naturaleza»?
Ahí habría que preguntarle a un sociólogo o hacer una encuesta, supongo que hay tantas percepciones como personas
Quizá para un productor rural, la naturaleza sea la pradera donde aplica nutrientes y planta forraje para alimentar al ganado. Para otros el concepto de naturaleza sea la selva amazónica o las cataratas de Iguazú. Hay quienes pueden considerar naturaleza el parque rodó.
Lo que sí puede dar una pauta del concepto es que una gran cantidad de gente tiene en su computadora o celular, de fondo de pantalla una imagen de un sitio donde no se aprecia gente, y eso es un mensaje muy fuerte, significa que inconscientemente anhelamos ese contacto con la naturaleza que es tan necesario, no importa donde estemos.
SEBASTIAN HORTA
- Sebastián Horta, Lic. en Cs Biológicas y asesor del Sistema Nacional de Áreas Protegidas de Uruguay
Te paso mi reseña técnica: Sebastián Horta formado en la Universidad de la República con títulos de Licenciatura y Maestría en Ciencias Biológicas, desde hace 20 años que brindo asistencia a dependencias del estado en temas de conservación y manejo de los ecosistemas y desde el año 2014 asesoro en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas como especialista en Biodiversidad y Conservación.
¿Por qué no alcanza con conservar sólo en áreas protegidas?
La biodiversidad del Uruguay viene siendo fuertemente disminuida y amenazada en las últimas décadas por el desarrollo e intensificación de actividades dadas principalmente por el cambio en la matriz productiva, esto es conocido y alertado por la ciencia nacional. Se vienen afectando los principales ecosistemas en su superficie, composición y funcionamiento, disminuyendo los “servicios” que nos brindan a la sociedad y de los que depende nuestra vida y cultura. Si bien el Sistema Nacional de Áreas Protegidas del Uruguay, desde su creación ha logrado crecer y alcanzar una relativa buena representación de los objetivos que se ha propuesto conservar, de incorporar: ecorregiones, unidades de paisaje, ecosistemas amenazados y especies prioritarias, la superficie que abarca aun es muy reducida en comparación con el crecimiento de las intervenciones amenazan esta conservación, por lo que difícilmente se logre si no se desarrollan otras estrategias que permitan mantenerlos.
¿Cómo es el panorama en Uruguay? ¿Y en América Latina?
Se evidencia a nivel de América Latina una marcada tendencia de deterioro de áreas naturales, uso desproporcionado de los recursos naturales en perjuicio de especies y ecosistemas y lo peor es que se hace de una manera consciente por parte de los gobiernos. Crece el desmonte y “aprovechamiento” de la selva amazónica, del Chaco, la mata atlántica, la acuicultura a gran escala en las caletas de chile están matando la vida marina, seguimos canalizando y represando los principales ríos y humedales donde habitan todo tipo de organismos, cuya sincronía de vida e interdependencia fue gestado en un proceso evolutivo de millones de años. A la vez que crecen las presiones por el uso del suelo y los ecosistemas y el deterioro aumenta, y que nuestra basura y contaminantes ya invaden cada rincón del planeta, los recursos económicos que destinan los países a la conservación son cada vez menores.
En nuestro país se está dando una expansión de la industria forestal y la agricultura que sustituyen nuestros principales ecosistemas de pastizal natural. El crecimiento de las ciudades, la contaminación de nuestros principales cursos de agua y acuíferos, la sobreexplotación de nuestros peces con métodos destructivos de los ecosistemas marinos.
Sin duda el panorama no es muy alentador. Los que trabajamos en biodiversidad y temas de conservación fuimos entrenados a considerar siempre al “desarrollo” de la sociedad y contemplar las necesidades de esta sociedad a la que somos parte, pero la balanza se inclinó demasiado, no es equilibrado el uso que se está dando, es hora de velar por los valores naturales que son los que no tienen voz en las decisiones que se toman y cambiar nuestras prioridades y forma de vida insostenible, antes de que se irreversible.
¿Dirías que los gobiernos están tomando acciones para combatir la pérdida de la biodiversidad (por ejemplo, incorporarlo a políticas públicas? ¿Qué rescatás? ¿Qué criticás?
Creo que se han tomado algunas buenas decisiones aisladas y hay posturas en los discursos de los gobiernos que acompañan la necesidad de cambiar ciertas conductas de nuestras vidas que afectan a la conservación de los ecosistemas. Se cambió la matriz energética a una más sostenible y cuidadosa con el medio ambiente, hay una ley de protección de los bosques nativos que ha permitido su conservación y con ellos la fauna. Existe la faja de defensa de la costa que, si bien no se respeta en su cabalidad, es una herramienta que permite restringir el avance urbano en algunas partes. La Ley de áreas naturales protegidas, que concibe el interés nacional en la creación de un sistema de sitios con objetivos de conservación.
Creo que en cuanto a leyes y normativa el Uruguay ha evolucionado mucho, también acompaña los objetivos de desarrollo sostenible y sus metas globales. Lo que se podría criticar es la dificultad que existe pare que esta normativa pueda aplicarse de forma efectiva para lograr la verdadera protección de los ecosistemas y su biodiversidad. Creo en la necesidad de fortalecer en recursos humanos y económicos al estado para el cumplimiento de estas normas y que se generen políticas de uso de los recursos naturales y que sea con una planificación del territorio terrestre y marino con un enfoque en el cuidado y conservación de los ecosistemas, evitando que por las necesidades del momento e intereses de particulares se sacrifique lo que es patrimonio de todos.
¿Qué contradicciones se dan a la hora de hablar de conservación?
Enormes contradicciones entre lo que es la necesidad o las políticas de desarrollo y de producción con las capacidades de los ecosistemas naturales. Pero también se contradice con nuestro estilo de vida, en el día a día como individuos de la sociedad, el nivel de consumo y las comodidades que elegimos, la cantidad de plásticos que utilizamos y desechamos como si no fuera nuestro problema, las veces que elegimos transportarnos en vehículos generando emisiones tóxicas por la combustión de hidrocarburos, a caminar o agarrar la bicicleta. Cuando se dice “me interesan los animales y las plantas” y nuestro estilo de vida y decisiones que tomamos a diario los están destruyendo. Cuando decimos “que lindo lugar porque acá puedo estar en contacto con la naturaleza” y decido atravesar con máquinas esa naturaleza para acceder a él y trasladar las comodidades que elegimos en la sociedad urbana destruyendo su naturalidad.
Un Sistema Nacional de Áreas Protegidas de 1% del territorio nacional y solo el 0,7 % del espacio marino, mientras que el resto del territorio sea destinado a la explotación productiva es una clara contradicción.
¿Qué ecosistemas requieren mayor atención?
Al ritmo que vamos pronto se perderán nuestros típicos pastizales naturales. No le prestamos atención por la cotidianidad y extensión, pero su rica biodiversidad y composición es valorada en el mundo, además de ser el sostén de la economía nacional.
Los cursos de agua están siendo contaminados y sus condiciones para la vida alteradas. Su capacidad de proveernos de agua potable está siendo fuertemente vulnerada.
El ecosistema costero y su dinámica natural vienen siendo fuertemente alterados, le plantamos pinos y otras especies exóticas para dominarlo y extender el desarrollo inmobiliario, lo que no debería pasar más.
Los ecosistemas marinos, tanto costeros como mar adentro, son cada vez más presionados por nuestras actividades. La pesca se encuentra en su peor situación histórica en cuanto a rendimientos, las poblaciones de peces se encuentran diezmadas, los principales sitios de reproducción, refugio, cría y alimentación están siendo fuertemente dañados y su capacidad para recuperarse debilitada por los factores provocados por el cambio climático.
En tu ideal, ¿cómo es un sistema productivo en armonía con la conservación de la biodiversidad? ¿Sentís que alguna vez podremos llegar a eso?
Es claro que debemos recurrir a nuestros recursos naturales para abastecernos y crecer como país, la clave es en el cómo lo hacemos. Apostar a un proyecto de desarrollo del país con visión a largo plazo, con foco en el valor de nuestra producción dado por la calidad y el cuidado con el ambiente, abocarnos a la investigación y la tecnología que apunte a la eficiencia energética y el cuidado de estos ambientes naturales que aprovechamos. Apostar a la agroecología, la ganadería en pastizal natural no intensiva, el turismo rural y de naturaleza, la pesca artesanal responsable y ser ejemplo mundial de conservación de los ecosistemas. Para esto se requiere una sociedad que se involucre, participe y apoye estos objetivos y seguro que as la larga se puedan obtener beneficios por ello.
Estamos lejos, muy lejos pero estamos a tiempo de poder hacerlo.
¿Qué iniciativas se están dando? (Por ej, sumar conservación a proyectos turísticos)
Existe una base muy pequeña de propuestas de la sociedad civil que optaron por la búsqueda de generar valor agregado en la calidad de sus servicios y productos a una pequeña escala y de forma amigable con el ambiente. Cada vez más productores optan por brindar servicios de turismo rural y de naturaleza. El apoyo del estado para estos es marginal en comparación al apoyo que se da a la producción intensiva y a gran escala.
Día a día perdemos biodiversidad y aún parece que la gente no cae en la cuenta del peligro que implica para el ser humano como especie. ¿Cuál es el mensaje que debe llegarles? ¿Por qué creés que persiste esta ignorancia a veces no elegida?
Hay que pensar en conceptos básicos e instintivos y saber que cada especie que vive en este mundo lleva millones de años de adaptación y fue siendo seleccionada una a una por su entorno coevolucionando y coexistiendo. Cada especie tiene una dirección un lugar donde vive y encuentra sus necesidades para alimentarse, reproducirse y crecer, sea hongo, planta o animal. Las especies con la que viven “sus vecinos” son parte de ese hogar al que en la ecología se le llamó “hábitat” que viene del latín “vivir”. Como ciudadanos o habitantes ¿En qué lugar quedamos nosotros?, ¿somos parte de ese hogar y buenos vecinos?, o somos los intrusos que llegamos con la topadora a definir su destino.
Creo que el mensaje está dado, pero como todos somos parte de este sistema, usamos las comodidades que nos brinda, nos acostumbramos al consumo que nos venden, entonces no lo escuchamos. Al ser cómplices nos cuesta despegarnos de todo eso y no asumimos la responsabilidad de lo que pasa. Como sociedad banalizamos el mal que se hace, miramos para el costado porque se nos enseñó que la muerte de un insecto, un árbol o de un bosque y el desplazamiento y/o muerte de cientos o miles de animales al destruir su hábitat son parte de un desarrollo o progreso necesario, o directamente no se muestran las consecuencias, no se conocen o no se quieren conocer, no se gasta en su estudio… ¿para qué?.
¿Qué noción tiene el ciudadano sobre «qué es la naturaleza»?
No se puede generalizar. Creo que conscientes o no, como seres vivos nos es una necesidad básica, tanto como tomar agua, recibir los rayos del sol en la piel, el poder mirar un horizonte, sentir el calor de la arena o protegernos a la sombra de un bosque o la frescura del mar. Observar un animal silvestre, los colores de los insectos, el vuelo de las aves, escuchar los sonidos.
El ser parte de la biodiversidad, de los paisajes naturales nos alimenta el alma. La verdadera calidad de vida, nuestro verdadero hogar, nuestro “hábitat”.
SOFÍA
- Sebastián Horta, Lic. en Cs Biológicas y asesor del Sistema Nacional de Áreas Protegidas de Uruguay
¿Por qué no alcanza con conservar solo en áreas protegidas?
El porcentaje de áreas protegidas en argentina en tierra ronda el 8% y en mar el 9%.
Es decir existe alguna regulación, que obliga al estado provincial o nacional a fiscalizar de alguna manera . Aunque la mayor parte de este porcentaje no restringe demasiado las actividades extractivas . Solo en las áreas de Parque, menos de la mitad , está claro que no se puede hacer minería , petróleo o grandes modificaciones al ecosistema.
En el resto del país , la ley permite bastante más y deja en manos de los privados que decidan en función de sus intereses privados y comerciales.
Y a escala predial (casa uno se fija en su propiedad sin tener en cuenta lo que decida el vecina ) que quiere hacer.
Esto a nivel legal . Pero aun así tampoco alcanza.
Por fuera de las áreas protegidas, a partir del cambio de constitución del 94. definieron que era necesario hacer algo más.
Por eso la ley general del ambiente y todas las leyes de presupuestos mínimos para que en material ambiental todas las provincias tuvieran una misma regulación piso, a partir de la cual en algunos temas como bosques, aguas, glaciares, humedales, haya algo más, algo que cruza todo por fuera de las áreas protegidas.
Hace falta generar un cambio cultural y económico grande para evitar el colapso climático y de extinción masiva . Ser proactivos y restaurar lo que se daño.
Cambiar comportamientos y valores en forma urgente.
¿Cómo es el panorama en Argentina? ¿Y en América Latina?
El panorama en argentina es bastante desolador . Siendo un país federal son los gobiernos provinciales los que deberían estar activamente presionando para este cambio. Salvo la provincia de corrientes , que claramente se puso a la vanguardia económica con el programa de producción de naturaleza, y propicia activamente el retorno de la fauna extinta, son pocas las acciones de fondo que se concretan en el territorio, con la escala necesaria.
En Corrientes se ven algunas acciones aisladas o algún intento de generar una política de protección de humedales, pero todo muy suelto y desarticulado como para revertir esta emergencia.
Estamos en un estado de emergencia y las acciones deberían ser coordinadas, de escala, amplias, profundas, y eso es lo que cuesta ver.
En América Latina creo que la situación es complicada. No se ve un país que esté liderando ese cambio.
¿Dirías que los gobiernos están tomando acciones para combatir la pérdida de la biodiversidad (por ejemplo, incorporarlo a políticas públicas? ¿Qué rescatás? ¿Qué criticás?
Son los gobiernos provinciales los que deben liderar las acciones de restauración. Debemos recuperar. Ni siquiera es frenar, es recuperar un montón de superficies, de ecosistemas afectados, volverlos a recuperar completando aquellas especies que se extinguieron y volviéndolos funcionales para que sean capaces de evitar la extinción frente al cambio climático y esa política de fondo lo vemos en Corrientes pero no en las otras provincias.
¿Qué contradicciones se dan a la hora de hablar de conservación?
Para mi la mayor contradicción es que somos todos conscientes de la emergencia y de que estamos al borde de un colapso. Pero las acciones son cada vez más pobres, más cortoplacistas, y además se piensa más en generar un mercado financiero, para poder darle valor al stop de carbono en vez de activar el freno absoluto de lo que se está desmontando y generar más políticas de restauración en lugar de poner toda la energía en las finanzas de esos bonos.
¿Qué ecosistemas requieren mayor atención?
Todos . De algunos casi no queda nada y hay que restaurarlos completamente. El pastizal pampeano, el litoral marítimo, el espinal . Otros se nos van frente a nuestras narices , y sería lógico con la experiencia de los últimos años, reaccionar a tiempo . Caso del chaco . Las selvas quedan apenas relictos. Todo es importante.
No debemos perder tiempo en pensar cuál es el más importante porque en el caso de Argentina, al ser un país federal, cada provincia debe atender al territorio que le es propio. Y la Nación debería ocuparse sobre todo en la parte marítima, entre las 12 y las 200 millas, que es el ecosistema más grande que está en manos de la Nación. Y solo la Nación puede recuperar las especies marinas de ese enorme ecosistema.
En tu ideal, ¿cómo es un sistema productivo en armonía con la conservación de la biodiversidad? ¿Sentís que alguna vez podremos llegar a eso?
Aquellos que pueden convivir con todas las especies que evolucionaron en las respectivas ecoregiones. Desde ya las poblaciones no van a tener las densidades de ambientes sin impacto productivo . Pero al menos deberían asegurarse de no estar extinguiendo ninguna especie.
Sé parte del cambio Apóyanos!