
Coliving: Nuevas formas de habitar
Modelos de urbanización y vivienda de cara al siglo XXI.
«La arquitectura es siempre sueño y función, expresión de una utopía e instrumento de una conveniencia».
Roland Barthes
Por Nicolás Barriola y Natalia Costa Rugnitz
Es curioso: la entrada “coliving” -que, en traducción libre, significaría algo como “vivir juntos”, ”cooperar en la vivienda/vivencia”///- existe en Wikipedia y está disponible en inglés, alemán, ruso, holandés, chino y portugués… pero aún no en español. En realidad, más que curioso es sugestivo, porque nada más natural que una definición inconclusa para un fenómeno que tiene pocas décadas de existencia. Según la polémica enciclopedia, de hecho, aunque es posible remontar los orígenes de esta tendencia a la antigüedad clásica, el término se refiere a una forma de habitar específica, vinculada particularmente a los millennials y las generaciones posteriores.
En un horizonte histórico más estrecho, el marco fundamental es la ciudad de Londres. En la década de los treinta del siglo pasado, Wells Coats, el arquitecto inglés, y los diseñadores Jack y Molly Pritchard, concibieron el ‘ISOKON Building”, un edificio con departamentos pequeños, de no más de 24 m², que brindaba espacios de socialización como el famoso ISOBAR y su propio restaurante, en el que migrantes de la pre-guerra acogidos por los anfitriones -Molly & Jack- transformaban el edificio en un verdadero hub social para artistas e intelectuales de la época.
En el edificio, hoy declarado patrimonio moderno, vivieron distinguidos habitantes como Walter Gropius (fundador de la BAHAUS), Marcel Breuer, Lazlo Moholy Nagy y la novelista Agatha Christie.
A principios del siglo XXI, en virtud del aumento de los precios de las propiedades y de la superpoblación en las ciudades, estalla un boom del coliving. Esta vez, el epicentro es la ciudad de Nueva York. El fenómeno se expande hasta que en 2018 un artículo (publicado en la revista Bloomberg) se refiere al coliving como una de las «ocho tendencias más influyentes en la economía de Estados Unidos» de ese año. Hoy en día, la ciudad ofrece incentivos para que las empresas construyan viviendas de este tipo. Este no es un detalle menor. Reflexiónese.
En el horizonte difuso suscitado por la pandemia, con el tránsito global desacelerado y la vida urbana puesta en jaque, es difícil saber a ciencia cierta si la iniciativa de los colivings tendrá o no un futuro promisorio. Pero lo cierto es que estamos en un momento en que resulta imperativo buscar alternativas de vivienda, principalmente para la clase media y desde el punto de vista de lo urbano, y que el fenómeno se presente como una opción interesante. O, al menos, como una opción.
¿Cómo responderá la arquitectura en términos de vivienda a los desafíos inminentes? Aún no está claro. Pero la reflexión nos toca de lleno: en épocas de distanciamiento físico, el problema urbano simplemente no puede ser postergado. Tergiversando la frase de Barthes, la arquitectura es – o, más bien, debería ser – “sueño y función, expresión de una utopía e instrumento de una convivencia”.
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