Certificaciones de sostenibilidad para edificios

Cuando se habla de construcciones, abordar la sostenibilidad desde una etapa temprana de diseño es crucial. Planificar significa reducir conflictos, optimizar recursos y evitar descoordinación más adelante.

Por Arq. Isabel Corujo.

 

Desde la aparición de la primera certificación de sostenibilidad para edificios en 1990, la cantidad de certificaciones como proyectos certificados en sostenibilidad ha ido en aumento. Eso se debe al interés por mitigar los efectos negativos que las actividades humanas, como transporte, construcción, industria, entre otros, tienen en el medio ambiente.
Se trata de herramientas y estándares, usualmente multicriterio, lo que significa que evalúan distintas áreas de un desarrollo como la reducción del consumo de energía, reducción del consumo de agua, selección de materiales más “sostenibles”, minimizar los impactos negativos de la obra, entre otros.

 

Los criterios pueden variar entre las diferentes Certificaciones, dando lugar a una lista de distintos requisitos para obtener el sello de cada Certificación. De deferencias es que surgen BREEAM, LEED, EDGE y la Certificación MAS, entre otros, que todas son Certificaciones de sostenibilidad.

 

Cada desarrollo tiene un ciclo de vida compuesto de varias etapas. Para el caso de un edificio comienza desde la fabricación de los materiales, su traslado al sitio, la construcción, uso del edificio, su mantenimiento y fin de su vida.

 

Según las estimaciones del Banco Mundial y el BID, la construcción es responsable del 50% del consumo global de recursos naturales y del 38% de las emisiones de CO2 a nivel global. Esto implica consecuencias como la deforestación y pérdida de hábitats, degradación del suelo, recalentamiento, contaminación del agua, alteración del paisaje y el desplazamiento de comunidades.

 

Si tomamos la Eficiencia Energética, que es el uso optimizado de la energía para lograr más resultados con menos consumo, se logra tomando en cuenta la orientación solar, control solar y aislaciones de la envolvente térmica, para reducir la necesidad de la energía adicional necesaria para que uno esté confortable en el interior. A su vez, también implica eliminar los gastos innecesarios de energía adicional en equipos de calefacción, refrigeración, agua caliente, iluminación, y así reducir costos y emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).

 

 

El uso sostenible del agua implica gestionarla de manera responsable y eficiente, minimizando el derroche y asegurando su disponibilidad a largo plazo. Se logra mediante estrategias que ayudan a reducir su consumo como griferías de bajo consumo, sistemas de riego eficientes y sistemas de captación y reutilización de agua no potable, como la lluvia. Certificaciones como MAS, nos guían a través de una metodología de cálculo marcando una línea de consumo referencia, que representa las condiciones estándares de consumo en el mercado, y se trabaja para mejorarla. El proceso permite cuantificar el ahorro del proyecto propuesto sobre el consumo de un edificio normal, “referencia”. Estos ahorros pueden ser entre el 20% al 80% del consumo de agua potable, lo que implica un menor impacto para el medioambiente y permite ahorros económicos.

 

Finalmente, las estrategias sostenibles de obra ayudan a minimizar el impacto ambiental y mejorar las condiciones de trabajo durante la etapa de construcción. Usualmente se emplean estrategias que van desde la gestión de residuos de construcción (implementar un plan para la separación y reciclaje de residuos), el control de la erosión y sedimentación del suelo y la protección del medioambiente. Estos últimos se enfocan en que los sedimentos de la obra se mantengan dentro de los límites de la misma para proteger los recursos naturales y evitar su contaminación.

 

Desde la perspectiva social, las estrategias medioambientales permiten eliminar la posibilidad de explotar, verter o extraer recursos en lugares inadecuados, afectando negativamente a los ecosistemas al igual que los hogares de varias personas, especialmente el de aquellos en situación de vulnerabilidad, transformado su entorno y en muchos casos desplazándolos.

 

En cuanto a la perspectiva económica, se reducen los costos operativos a largo plazo, el retorno de inversión y su valorización. Adicionalmente, los costos de inversión en Certificaciones de sostenibilidad no suelen ser elevados. Además, permite diferenciarse, valorizar las propiedades y ofrecer mayor rentabilidad.

 



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