Al medio

Desde Península Valdés, una mirada contemplativa de este maravilloso entorno.

 

Por Lío Tomás
Fotos: Lío Tomás

 

Si algo define a Península Valdés es «al medio»: al medio de la nada, de la tierra, del mar, de la naturaleza. Tierra salvaje, de historia, de elefantes marinos, de animales y de leyendas.

 

Cuando llegué acá hace tres años, nunca pensé que un lugar me podría impactar tanto. Imagínense que el animal más grande que había visto en libertad en toda mi vida era una vaca.

 

 

No existen palabras o emociones en el mundo para describir lo que es ver una ballena saltar cuando no sabés que había ballenas. Porque no, no sabía. Tampoco existen palabras para describir la mirada sorprendida de un elefante marino macho. Pero lo que sí existe es la magia. Existe cuando nadamos con los lobitos marinos, existe cuando se nos acerca un peludo curioso, existe cuando de noche escuchamos las ballenas respirar bajo las estrellas fugaces.

 

Pensamos siempre que un día vamos a ir al paraíso. Estamos equivocados, ya estamos en el paraíso: paraíso de animales y colores. ¿Acaso el paraíso no es cruzarnos con un choique y sus crías? ¿El paraíso no es encontrar fósiles de millones de años o caminar por los mismos senderos que tomaron los tehuelches?
Y un día descubrí Península Valdés. Con muchos lugares mágicos, pero pocos (para no decir ninguno) como Punta Delgada. Ahí llegué al medio, al medio de la tierra y el mar. Una tierra inhóspita corrida por todos los vientos del mundo y un mar rabioso capaz de romper acantilados.

 

 

Cuando llegué, lo primero que me impactó fue la inmensidad de la tierra. Ver ese faro apoyado sobre el medio de la nada, débil pedazo de humanidad peleando entre los elementos. Y más fuerte todavía fue el mar. El mar que no pasa hora sin que cambie de color, el mar y sus elefantes marinos. Y ahí por fin me sentí conectado en el medio de la nada.

 

El Faro de Punta Delgada es un lugar maravilloso y único para vivir (sentir) en carne propia Península Valdés. Ingresá en puntadelgada.com y descubrí un pedacito de su belleza.



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