¿A dónde irá el agua?

La demanda mundial de agua dulce ha crecido seis veces en el último siglo. El fenómeno de falta de agua potable que se desató en Montevideo y alrededores poco tiene que ver con un hecho aislado o específico de una región o país.

Por María Sofía Muratore.

 

Una persona, por lo general, se levanta, va al baño, se ducha, se lava los dientes, toma un vaso de agua, desayuna, lava la vajilla que ensució, se viste con ropa limpia que ensuciará a lo largo de su actividad, y tendrá que lavar luego… Cada uno de estos pasos necesita agua (y para muchas…agua potable). ¿Cuántas veces al día lo pensamos? En muchos casos, quizás ninguna. Sin embargo, según Naciones Unidas, una persona consume para uso propio y doméstico entre 50 a 100 litros de agua por día. De hecho, se estima que el número puede ascender a 200 litros.

 

No obstante, a pesar de que el agua potable es trascendental para cada acción que se realiza en la rutina diaria de una persona, el Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos de 2023, destaca que 1 de cada 4 personas carece de acceso a agua potable.

 

Por su parte, Uruguay fue el primer país del mundo en levantar bandera y defender expresamente a nivel constitucional el derecho al agua potable. Siendo así que en 2004 estableció en su Constitución Nacional “que el acceso al agua potable es un derecho humano fundamental”. Sin embargo, como dice el refrán, “del dicho al hecho, hay un largo trecho”… y el pasado 19 de junio, el presidente Luis Lacalle Pou tuvo que decretar emergencia hídrica para Montevideo, y localidades cercanas.

 

¿Por qué? Néstor Mazzeo, Profesor Titular del Departamento de Ecología y gestión Ambiental, CURE-Udelar, e Investigador del Instituto SARAS y del SNI-ANII, explica que existió un agotamiento de las reservas de agua de agua dulce de la capital y zona metropolitana asociada. “Las principales represas y reservorios alcanzaron sus niveles más bajos en la trayectoria histórica, determinando que en la zona de captación de la planta potabilizadora, el caudal fuera muy bajo y esto facilitó la intrusión de agua salobre (aquella que tiene más sales disueltas que agua dulce) desde el Río de la Plata a través del Río Santa Lucía. Por esta razón, los niveles de cloruro y sodio fueron elevados durante varias semanas”, detalla.

 

Hoy, los impactos no solo se reflejan a nivel consumo personal, sino que ha generado grandes consecuencias para los sectores industriales. El sector agrícola ha visualizado pérdidas de hasta un 2% del PIB de Uruguay. Según la Cámara de Industria de Uruguay, el 62% de las empresas se vieron afectadas por esta crisis. Destacando así, en segundo lugar, las industrias farmacéutica, alimentaria, química y de la construcción, quienes se vieron desfavorecidos ante la situación que algunos dirían emergente… pero acaso quizás, ¿no venía siendo pronosticada?

 

¿Día cero?

 

Primero vale aclarar, ¿qué es el “día cero”? Para poder comprender este concepto es necesario cruzar el charco, y situarse en el continente africano. El año 2018 fue crucial para Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Venían transitando una sequía, y con ello, disminuyendo poco a poco las reservas de agua dulce. Se decía que si sus reservas se encontraban por debajo de un 13.5% y se tenía que decretar el “día cero”, lo que significa que no hay más agua potable para consumir -4.6 millones de personas sin acceso a agua-. Sin embargo, este día no llegó. El trabajo coordinado con diversos actores, hizo que pudieran aplicar a tiempo un plan, cuyo objetivo principal era hacer un uso más eficiente del recurso.

 

Montevideo, no pudo decir lo mismo. Semanas después de que el presidente anunciara la situación que se estaba viviendo, las reservas de agua dulce se encontraban por debajo a un 3%. ¿Qué quiere decir esto? “El día cero se refiere al agotamiento de las reservas de agua de agua dulce de la capital y zona metropolitana asociada. Las principales represas y reservorios alcanzaron sus niveles más bajos en la trayectoria histórica”, explica Néstor.

 

Pero, ¿es correcto hablar de “día cero”? Felipe Dall´Orsoletta, Asesor en el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente con sede en Uruguay, afirma que este tipo de conceptos sirven para concientizar a la ciudadanía. Sin embargo, aclara que, “estas situaciones son productos de procesos que llevan décadas gestándose”. No es casual ni un hecho puntual.

 

A su vez, el especialista destaca que la región sufre una “crisis de carácter ambiental, social, sanitaria y económica”. Por eso, es un error conceptual considerar al problema como un acontecimiento específico, o sólo de una ciudad o país en particular.

 

El cambio climático: no es el principal mal

 

Entonces, ¿cuáles son las causas de esta crisis hídrica? Felipe destaca que es muy complejo enumerar o limitarnos a un solo aspecto. “Hay varios factores que están en juego y que generan la situación vivida. No obstante, creo pertinente destacar los cambios demográficos que ha enfrentado el planeta en la última década. A raíz de eso, la demanda mundial de agua dulce ha crecido seis veces en el último siglo. Consecuente a ello, la mitad de las personas en el mundo hoy sufren de escasez de agua, por lo menos un mes al año”.

 

A su vez, reivindica que el problema está lejos de llegar a su fin. “Para 2030, la demanda mundial de agua dulce, si continúan estas tendencias, podría superar la oferta. Los meses de escasez aumentarían, y con ello afectaría a las personas más vulnerables”, menciona.

 

Además, agrega Felipe que dichas aglomeraciones urbanas o sectores industriales, producen polución, aumentando las posibilidades de contaminación, y favoreciendo para que el tratado del agua sea más caro y su disponibilidad menor.

 

Se estima que Latinoamérica posee un tercio del agua potable del mundo, por lo cual uno infiere que no debería de tener problemas de escasez del recurso. Sin embargo, Uruguay lo ha padecido (si bien en las últimas semanas se decretó el fin de la emergencia hídrica, lo cual no garantiza que la situación pueda repetirse). Es por eso, que el abogado especializado en temas ambientales, Rodrigo Speranza, detalla: “No es una crisis de disponibilidad, sino de planificación”. Es así que decide analizar cómo se está abordando específicamente el episodio reciente de la región de Montevideo: “El problema del agua potable en Uruguay es lo último que debería de haber. Acá hay agua, el tema de fondo es de planificación y de estar atentos a lo importante. Estamos tan apurados que se nos pasan las cosas”.

 

A su vez, decide remontarse a la normativa, y explicar que la ley 11.907, publicada en el año 1953, ya hablaba de la importancia de prevenir (sin utilizar exactamente dicho término) este tipo de casos. La norma especifica la necesidad de que en cada presupuesto se considere cómo responder a posibles déficits. “Sin embargo, tal como dije, no hay planificación. Esto es un problema incluso social. No somos capaces de crear un plan”, afirma Rodrigo.

 

Lo que sucede es que se considera que los cambios visibles ante la crisis climática no pueden permitir una planificación. Sin embargo, los tres especialistas lo desmienten, y señalan que es necesaria una modificación estructural en la forma de ejecutar. De no ser así, la naturaleza es dinámica, así como hoy se visualizan sequías, también suceden lluvias torrenciales, y es importante la planificación multisectorial para abarcar cada cambio.

 

De hecho, Néstor comenta: “Las causas obedecen a factores climáticos y no climáticos”. A esta premisa, Felipe agrega: “El cambio climático puede hacer que las sequías sean más frecuentes en un escenario de 2 grados. Hoy tenemos 3 grados de aumento. A su vez, cada grado creciente de temperatura representa un 7% de la humedad en el aire. ¿Qué significa? Que habrá menos agua en los cursos. Sumado a esto, es importante destacar que en América Latina tenemos ríos con contaminación patógena, y contaminación plástica, lo cual afecta en primera instancia a los cursos hídricos, y en segundo lugar (no por eso menos importante) a los océanos, ya que es donde finaliza.

 

Soluciones regionales y trabajo coordinado

 

Rodrigo considera esencial mencionar la vulnerabilidad de los gobiernos, y la necesidad de un trabajo coordinado con toda la región. “Las cuencas están conectadas. Al Uruguay llega agua de Bolivia. El problema es que el 90% está contaminado”.
A su vez, los tres especialistas mencionan la necesidad de planificar con todos los ministerios en la mesa. “Uruguay transita desde un modelo fragmentado y jerárquico de la gestión del agua hacia una gobernanza integrada y participativa. Sin embargo, existe una brecha considerable entre el marco normativo vigente y el funcionamiento real del sistema”, explica Néstor. Dicho esto, Felipe señala: “La principal responsabilidad está en los gobiernos. Al ser el agua un bien común, el Estado debe proveer políticas dinámicas que sean capaces de adaptarse a nuevas realidades y necesidades de las demandas”.

 

No obstante, hay un problema muy grande: la falta de datos. Es muy difícil planificar en esta región, ya que hay un gran vacío con respecto al uso de agua en cada actividad económica e impacto ambiental. Rodrigo, por su parte, indica que “todo debe ser analizado a la luz de factores monetarios”. Pero, Felipe contesta que “la falta de evidencia dificulta conocer el precio/costo del agua que debe pagar el consumidor, ya sea para uso doméstico como industrial”. Agrega: “El precio del agua, hoy no refleja el uso que le da la sociedad. Debe haber un gran cambio en la gestión. El precio debe representar el tipo de uso que la sociedad realiza. El sector agrario, industrial, los hogares, entre otros, deberìan pagar un precio por su uso real. Sin atacar que el agua es un derecho fundamental, protegiendo a los grupos más vulnerables”, explica Felipe.

 

Ahora bien, ¿qué es una buena planificación? Comprender dónde están los déficit, diría Rodrigo. “En América Latina se pierde un 40% del agua por mala gestión. Es por eso que es necesario fortalecer las estructuras y mejorar la dirigencia hídrica por parte de los gobiernos”.

 

¿Con esto bastaría para un mejor uso del recurso? Faltaría un porcentaje para lograr un cambio. Por ello, Felipe menciona la necesidad de no olvidarse el incentivo hacia las “buenas prácticas”. “Se debe incentivar a la colaboración,”, asegura con certeza. “¿Cómo? Reflejar en el costo del agua mecanismos de compensación para los actores que están protegiendo el recurso, o que están brindando soluciones que permitan su abastecimiento “, detalla el especialista.

 

Soluciones regenerativas: volver al origen

 

Dicen que “lo que la naturaleza te quita, la naturaleza te puede devolver”. Si bien, es el ser humano quien la altera, es también quien puede encontrar soluciones en ella para resolver el problema. Siendo así, Felipe menciona la importancia de las forestas y los humedales. “Un 75% de agua del Planeta es proporcionado por forestas y humedales, actuando como esponjas donde el agua se infiltra hacia las capas o también se va hacia los ríos y lagunas, e incluso reduciendo el posible costo de tratamiento”. También menciona que a nivel ciudad, es importante proveer de más espacios verdes para favorecer un mayor control de inundaciones o subas de ríos y mareas. Y por último recalca la gestión de flujos hídricos entre distintas cuentas, para lo cual es necesario volver a lo dicho anteriormente: un mapeo de datos para comprender el uso y cantidad. “De esta forma, se puede generar un balance para no agotar una cuenca mientras que otra puede que tenga menor uso”, destaca.

 

Sin agua no vivimos: la sociedad civil debe participar

 

Rodrigo explica que “hay decisiones mal tomadas”, pero que el principal error es producto del comportamiento de la sociedad. “Es esencial que la sociedad civil participe, como así también que el Estado brinde canales para promover el involucramiento”.

 

En segunda instancia, hace hincapié en que el problema no es el agua, es cómo nos desempeñamos en la sociedad. “Nosotros somos un organismo más en el Planeta Tierra. El problema es la propiedad emergente, es algo que va más allá de uno. Si todos hacemos las cosas de la misma manera se produce un efecto que es incontrolable. Por eso, debemos buscar soluciones responsables, sin afectar o agravar al ambiente, ni a terceros”.

 

A esta perspectiva, Néstor trata de generar calma, e incentivar a la reflexión: “Hay que transitar la crisis y tratar de resolver todos los desafíos pendientes. Una vez superada la crisis, debemos dedicar el tiempo necesario para analizar las causas, las fallas y definir una estrategia que permita incorporar todas las lecciones”.

Felipe cierra con algo que a veces parece perderse ante la vorágine: “El agua es un derecho fundamental. Debe llegar hoy y siempre a cada rincón. De no ser así, no solo estamos alterando nuestro presente, sino también generando problemas para las generaciones futuras”.

 
 



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